La pieza forma parte de un tríptico escénico del catalán Esteve Soler|Contra la democracia conmovió al público en el Festival de Teatro de Caracas 2015

Contra la democracia fue la pieza seleccionada por la agrupación Escena de Caracas para la cuarta edición del Festival de Teatro de Caracas, evento organizado por la alcaldía de Caracas y el Gobierno del Distrito Capital que se extenderá hasta el próximo domingo 26 de abril

La historia, original del dramaturgo catalán Esteve Soler, forma parte de una trilogía que se completa con las piezas Contra el progreso, montada en nuestro país en 2011 y Contra el amor, que todavía no se ha estrenado en escenarios criollos.

Con el tríptico de obras de teatro, el autor contemporáneo busca revisar y cuestionar en profundidad temas y conceptos que se consideran como valores absolutos e intocables, pero que en el fondo no se corresponden necesariamente con la realidad.

La revisión, en el caso de la democracia, se aborda desde la escena con una mezcla de drama, absurdo e incluso surrealismo y fuertes toques de humor negro, con una predominancia especial del horror y lo grotesco.

La pieza “tiene un poco de todo: disgusto, horror, humor; al final la idea es generar en el público todo eso, y el público creo que capta y acepta ese vaivén entre el horror, el humor, la ironía, lo tétrico, lo grotesco y lo dramático. Todo eso el público lo toma y se lo lleva para reflexionar, cuestionar”, aseguró al Correo del Orinoco el director del montaje, Juan José Martín, docente de la Universidad Nacional Experimental de las Artes (Unearte).

Martín explicó que la pieza plantea un despojo de prejuicios y suposiciones para revisar de manera descarnada la democracia, los modelos políticos y los discursos establecidos. La obra toma con fuerza la cabeza del espectador para obligarlo a buscar respuestas a preguntas como: ¿Quiénes gobiernan realmente ¿Cómo ejercen el poder? ¿Qué es el poder? ¿Cómo se mueven las relaciones de poder en la sociedad?

“En el fondo se propone una lectura muy crítica de la sociedad para ir un poco más allá de lo que se nos quiere hacer creer y lo que se adopta irreflexivamente como una realidad. En la obra el énfasis está puesto en la perspectiva ciudadana, en la visión del individuo indefenso ante el poder. Porque en definitiva el poder, se vista del color que quiera o asuma el discurso que quiera, siempre aplasta e inmoviliza al ciudadano, lo inmoviliza y lo convierte en un ser violento”, consideró Martín.

UNA HORA EN SIETE TIEMPOS

La pieza, de una hora de duración, está estructurada en siete segmentos o historias independientes hilvanadas por la misma temática general. En cuanto a los recursos escenográficos, el montaje se vale de una escenografía, acromática, oscura y minimalista pero al mismo tiempo compleja que permite cambios de personajes en poco tiempo, a veces incluso instantáneos delante del público.

En todas las historias intervienen dos o tres personajes, interpretados por Delbis Cardona, Nadeschda Makagonow y Rafael Gil.

En el primer fragmento aparece una pareja. Cada uno está metido como dentro de un capullo que no les permite moverse. Ella está embarazada; discuten lo mal que hacen su trabajo los políticos, a quienes “van a sacar a patadas” en las próximas elecciones cuando voten “por los otros”.

En la segunda historia un político y un empresario conversan sobre la decisión de acabar con la ciudad y expulsar a las ciudadanas y ciudadanos indeseables a quienes sustituirán por otros elegidos por ellos.

Durante la tercera escena un hombre despierta a sus vecinos del sexto piso para averiguar qué viene después del número seis. Luego se cuenta la historia de un hombre que aplasta a su compañero de trabajo con un enorme peñasco mientras diserta sobre el sistema capitalista y su tendencia a acentuar la desigualdad social y la injusticia.

La quita parte expone a un matrimonio que decide deshacerse de su hijo, porque la situación está muy difícil y no vale la pena invertir en el adolescente que nació por un descuido; por su rendimiento académico y actitud pusilánime seguramente dará mejores beneficios si se vende en empanadas de carne.

Posteriormente una mujer afgana explica a sus vecinos, con la interpretación de uno de ellos, que deberá ir a la cárcel en el lugar de su hija que en defensa propia asesinó al padre. La dama se lamenta porque no podrá usar la burka y llega a entender que los valores musulmanes ni los occidentales, la van a ayudar en su situación.

Finalmente, la obra se aventura en una fábula que une a Leopoldo II de Bélgica, el gran genocida del Congo y uno de los primeros grandes colonialistas del mundo moderno, con Dick Cheney, el vicepresidente estadounidense en la gestión de Geroge W. Bush, quienes conversan sobre “sus hazañas” y la aplicación perversa del poder que ostentan, e intercambian ideas para afianzar democracia al al mundo.

RISA Y REFLEXIÓN

Contra la democracia captura de manera contundente la atención del público, aun cuando no es “bonita” ni complaciente con una audiencia que va simplemente a relajarse.

Por el contrario, maneja la estética de lo grotesco para darle más potencia al discurso. Apoyado en la fuerza de las interpretaciones, el montaje logra hacer reír al público con situaciones profundamente dramáticas para finalmente invitarnos, casi obligarnos, a reflexionar sobre el poder, el significado de ser ciudadanos, lo que nos corresponde hacer, lo que podemos y lo que no nos dejan hacer. También, sobre los peligros de la antipolítica y de la indiferencia ante las dinámicas sociales que nos afectan como individuos.

PROBABLEMENTE SE MONTARÁ EN LA SALA RAJATABLA

Con las dos funciones del recién terminado fin de semana, la obra Contra la Democracia, que se ha presentado con éxito en naciones de Latinoamérica, además de Alemania, Francia, Estados Unidos, España e Italia, completó sus primeras 14 funciones en Venezuela con la agrupación Escena de Caracas.

Aunque no está confirmado, el director Juan José Martín anticipó que muy probablemente la obra vuelva a tener otra temporada en la Sala Rajatabla. Martín espera ponerse a trabajar en 2016 “o 2017 a más tardar” en el montaje de la pieza que completa el tríptico de Esteve Soler: Contra el amor.