Por Carlos Escarrá Malavé|Convicción (Opinión)

“Yo, venezolano por nacimiento y bolivariano de convicción, poeta, con el alma y el corazón abiertos, domiciliado en cualquier lugar donde encuentre lumbre y calor, titular de nada porque todo me es ajeno, con la edad que tienen mis canas, ojeras y heridas; ante el futuro hecho Patria, procedo a regalarle a los venezolanos una visión particular del ¿por qué creer en este proceso revolucionario?

“Es necesario para hallar un primer por qué, hundir nuestras manos en el espacio y apretar con los puños todos los tiempos pasados. Fue ese sórdido pasado el que obligó a una inmensa mayoría de venezolanos a apoyar y a creer en el proceso bolivariano que hoy lidera nuestro Presidente, quien a pesar de todos los fallidos intentos del hombre-hiena, conduce un proceso que día a día se fortalece, gracias al carácter y el espíritu de los venezolanos de buena voluntad que creen y seguirán creyendo en él.

“En segundo lugar, porque transitar en este camino a veces nos puede traer momentos de silencio y soledad; pero, para poder soportar esos avatares, es necesario tener el corazón henchido y la sonrisa infinita, porque la revolución es una acto de amor, con consensos y disensos, que nos ha brindado el calor de su regazo para poder transitar durante estos años y los que faltan, con la mirada puesta en un solo horizonte: una Patria justa, libre, soberana e independiente. la Patria buena del panita Alí, la dulce de Andrés Eloy, la de miles de caminos del Poeta de Cantaura.

“Otra respuesta, quizá más sencilla, es porque el pueblo merece creer. Porque ha demostrado reciedumbre y resistencia, fortaleza y coraje, capacidad e inteligencia para saber descifrar los infinitos. El pueblo, parafraseando al poeta, … ha sabido poner ese ingrediente de amor, para hacer el milagro de la revolución.

“Por último, porque este proceso representa un acto de justicia. Esa justicia de la cual me enamoré; esa hermosa mujer desnuda que camina por una playa desierta, y que descifró el misterio de las olas. Esa que siempre ha sabido acercarse, dar un beso húmedo y perderse en la profundidad del mar. Esa que me ha prestado su risa, su ímpetu y su fuerza; cada vez que el hombre-hiena quiso levantarse y desgarrar la piel de un niño, del campesino y del obrero, con sus dientes y sus garras dispuestos a morder y a arañar.

“Por ello, seguro como estoy que este pueblo ama la justicia, y la revolución es un acto de justicia, ante todo esto, debemos abrazar la revolución con fuerza infinita para que nos acompañe hasta el suspiro final, para poder decir que sentimos y amamos la Patria/Matria.

(Carlos Escar´a Malavé)