Por Oliver Reina|Las crisis (Opinión)

Las crisis, a la vez oportunidades de movilización o de desmovilización, forman parte de nuestra dinámica de vida. En todos los espacios, desde los más cotidianos hasta los más extraordinarios, estén regidos por la razón o por la pasión, poseen implícitas posibilidades ciertas de construcción y creación. Sigamos.

Tomando ejemplos del plano humano, sin duda más fáciles de comprender desde las experiencias de cada lectora o lector, podemos identificar crisis que pueden superarse apoyándose en aspectos externos -como cuando con un recurso extra se logra resolver una necesidad- pero también hay otras que solo pueden resolverse internamente, como cuando debemos tomar una decisión trascendente y tras mucho meditar es posible asumir alguna posición. Estas últimas son a todas luces las crisis más comprometidas y a la vez, más comprometedoras.

En la vida social los efectos -y a veces estragos- de las crisis adquieren un nivel superlativo y, nuevamente, las salidas externas o internas están a la orden del día. Con sus lógicas complejidades, las externas pueden subsanarse con relativa mayor facilidad, como por ejemplo importando harina de trigo para paliar la escasez de pan, pero las internas representan un muy serio problema.

Una manifestación de la crisis social interna se expresa cuando entran en discusión el sistema de valores y la ética, cuando algún valor negativo adquiere estima social o cuando a través de medios negativos se logran fines en apariencia positivos. Por ejemplo, quien adquiere prosperidad económica suele ser socialmente bien visto, aunque ésta provenga de la reventa de bienes escasos con ilógicos sobreprecios o de la apropiación indebida de bienes públicos, que no son más que vulgares bachaqueros o corruptos respectivamente. Lo mismo sucede con la imposición de criterios o la toma de decisiones que lejos de basarse en razones, se soportan en el uso espurio de un poder coyuntural o en el ejercicio de una autoridad que en su práctica impositiva se tiñe de ilegitimidad.

En Revolución estamos moralmente obligados a plantarnos frente a las crisis de todo tipo, verlas a los ojos y sacar ante ellas lo mejor de cada quien, mutando su potencial negativo en energía para avanzar en la lucha por lo trascendente, a saber, insistir desde la trinchera de cada quien en la construcción de una realidad cada vez mejor. Desde esta comprensión, bienvenidas las crisis, pues no hacen más que impulsarnos en la dirección correcta.

@oliv22