La crisis de las ratas en Nueva York, agravada por el cambio climático: «Estamos en guerra»

Durante mucho tiempo, la gigantesca población de ratas de Nueva York se alimentó de los restos de pizza desperdigados por las calles de la ciudad. La plaga creciente de ahora tiene un nuevo motivo para estar a gusto en Nueva York: la subida de las temperaturas.

Las autoridades de la ciudad hablan de un número creciente de quejas de residentes por las ratas y dicen que los inviernos más suaves están alargando el período en el que pueden alimentarse y reproducirse. La moderación de los inviernos también ha aumentado el tiempo que las personas pasan haciendo actividades al aire libre y generando el tipo de basuras que hace prosperar a las ratas.

Las quejas relacionadas con ratas han aumentado en los últimos cuatro años. Solo en 2017 hubo 19.152 llamadas al Ayuntamiento por este tema, un 10% más que un año antes. No se sabe exactamente cuántas ratas hay en Nueva York (las estimaciones oscilan entre doscientas cincuenta mil y decenas de millones), pero en otras ciudades de EEUU se han registrado aumentos similares en la actividad de estos animales. Los servicios de control de plagas de Houston, Washington, Boston y Filadelfia también dicen estar recibiendo muchas más llamadas.

La gente experimentada en la lucha contra las ratas responsabiliza parcialmente al cambio climático. «Es un asunto complejo, pero estamos viendo aumentos de la población de ratas en todo el mundo», dice Bobby Corrigan, un conocido especialista y consultor en el tema que, como parte de su investigación de doctorado, llegó a vivir una semana en un establo de Indiana infestado de ratas.

«El número de peticiones que tengo está por las nubes, no doy abasto», cuenta. «Desde Boston hasta Washington DC, cualquier inspector de salud te dirá que hay una tendencia al alza (…) Las ratas frenan su reproducción en invierno porque hace mucho frío, pero es probable que ahora tengan una camada más al año porque hace más calor; en cada camada hay unas 10 crías y eso marca la diferencia».

Según Mike Deutsch, experto cazador de ratas de la empresa neoyorquina Arrow Exterminating Company, la subida de las temperaturas está teniendo una «consecuencia natural». «A medida que la tierra se caliente va a haber más actividad y más ratas. No seguirán creciendo si no hay suficiente comida o refugio para ellas, pero veremos cómo aumenta la población».

Deutsch (que hace poco demostró en una investigación que los gatos no son tan buenos atrapando ratas como se pensaba) también señaló otros posibles factores, como la edificación en las ciudades, que altera a grandes conjuntos de ratas y las hace más visibles.

Además de vídeos virales con ratas comiendo pizza o usando las escaleras mecánicas, el aumento en el avistamiento de ratas también ha generado preocupaciones de salud pública.

«Solo queremos que se vayan»

El año pasado hubo una muerte en el Bronx provocada por leptospirosis, una enfermedad poco común que transmite la orina de rata. En un grupo de ratas neoyorquinas atrapadas por la Universidad de Columbia para investigar se descubrió Escherichia coli y Salmonella. Algunas de ellas incluso portaban el virus Seoul, que puede causar insuficiencia renal.

El Ayuntamiento de Nueva York ha respondido con contundencia. El alcalde, Bill de Blasio, anunció el año pasado una matanza masiva que costaría unos 32 millones de dólares en áreas infestadas de ratas como el East Village y Chinatown. El ayuntamiento lleva a cabo unas 100.000 inspecciones al año por actividad de ratas. Para no perjudicar a otros animales con venenos, los exterminadores las gasean hasta que mueren en sus madrigueras.

De Blasio dijo con cierto pesimismo que había visto «muchas ratas» en la ciudad. «Las veo en los parques y en el metro. No tenemos nada contra las ratas. Solo queremos que se vayan».

Pero lo más probable es que Nueva York siga siendo un refugio para las ratas debido a la enorme cantidad de personas que vive allí, a la proliferación de edificios repletos de agujeros y a sus abundantes basuras. El clima más cálido solo ha venido a exacerbar unas condiciones que ya eran favorables para las ratas.

«Estamos en guerra, pero sin las armas para luchar», dice Corrigan. «Podríamos reducir el número de ratas a niveles tolerables, pero tendríamos que replantearnos por completo la forma en que hacemos las cosas. Por toda Nueva York hay cubos de basura en los que las ratas se atiborran cada noche porque les resulta fácil hacerlo. Cuando ven las montañas de bolsas de basura de la ciudad, las ratas seguramente dicen: ‘Gracias, morderemos las bolsas y comeremos cuanto nos plazca’. Las ratas aprovechan nuestras debilidades».

Las ratas forman parte de la vida neoyorquina de una manera tan integral que los investigadores han llegado a descubrir diferencias en el código genético entre las ratas de la parte alta de la ciudad y las del centro. Incluso las personas que se dedican a matar ratas admiten que nunca podrán eliminarse por completo de Nueva York.

Una guionista de publicidad anónima (se hace llamar ‘la Elena Ferrante de las ratas’) ofrece un atípico servicio de regalos por Internet: a cambio de cierto dinero, extermina ratas y entrega un certificado de asesinato. «No me van las ratas. Creo que son bastante sobrecogedoras», dice al periódico The Guardian. «Hay demasiadas».

Deutsch, que ha cazado ratas en Arizona y en cruceros de gira por Europa, dice haber desarrollado «una relación con las ratas». «Son unos animales increíbles, admiro su capacidad para adaptarse a situaciones diferentes. Las veo como un gran éxito».

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