En medio de un ambiente de discrepancia con las políticas y valores de Reino Unido, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se reunirá este viernes con la primera ministra británica Theresa May con el fin de llegar a acuerdos sobre el Tratado de Libre Comercio (TLC).
De llegar a un acuerdo, Reino Unido podría librarse de los aranceles impuestos a la Unión Europea (UE) y evitar una posible crisis económica tras su salida del bloque regional. Sin embargo, esta opción no es bien vista por Trump porque, si bien puede dar ventajas económicas a Reino Unido, se abriría la posibilidad de que la economía de esta nación se base mayoritariamente en las políticas de la Organización Mundial de Comercio, cuestión que el mandatario estadounidense no desea.
Trump sostiene que la estrategia para el brexit de la primera ministra británica solo representa el fin de cualquier esperanza de un acuerdo comercial británico-estadounidense, pues, según él, esta no tomó en cuenta su consejo sobre cómo negociar con la Unión Europea.
«Si hacen un trato así, estaríamos lidiando con la Unión Europea en lugar de tratar con Reino Unido, por lo que probablemente (May) mate el trato», afirmó Trump.
El mandatario estadounidense considera que de hacerse, entonces el acuerdo comercial con EEUU no se llevará adelante, porque afirma que los resultados de las políticas de May han sido «muy desafortunadas».
Pero no solo el brexit provoca incomodidad entre EEUU y Reino Unido, también el pacto nuclear con Irán, del que EEUU salió el pasado mayo, y las acciones estadounidenses en Siria.
Reino Unido se mantiene a favor del pacto nuclear con Irán y, además, un alto porcentaje de los británicos rechaza las acciones de EEUU en Siria lo que pone en riesgo el apoyo popular para la gestión británica.
A la larga lista de desavenencias entre Washington y Londres se suman las relacionadas con Rusia y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
Pese a que son muchas las iniciativas británicas a las que el Gobierno estadounidense ha dado la espalda, entre ellas el acuerdo de París, las medidas del G7 y las políticas de la Organización Mundial de Comercio, líderes británicas consideran que es importante mantener lazos con EE.UU., sobre todo ahora que sus vínculos con la UE se reorganizan.