«Cuando la historia no se puede escribir con la pluma, entonces debe escribirse con el fusil»: Farabundo Martí

«Hace 127 años nació el eterno revolucionario, Farabundo Martí. Líder salvadoreño que no dudó un segundo en defender la soberanía de nuestra América, luchando con dignidad contra la ocupación del imperio de los EE.UU. La gesta de Farabundo, guía nuestra lucha por la libertad», escribió este martes el presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro Moros, a través de su cuenta en Twitter.

Farabundo Martí nació el 5 de mayo de 1893, en Teotepeque, La Libertad. Su vivencia con jornaleros, trabajadores de su padre y de haciendas vecinas, le creó, desde joven, rechazo a la injusticia. Se graduó de bachiller en 1913 e inició estudios de leyes en la Universidad de El Salvador. Aunque abandonó la universidad para dedicarse a la lucha revolucionaria, se formó con la literatura política de la época.

Farabundo vivió una época extraordinariamente agitada, que inició unos años antes de su nacimiento, cuando las comunidades indígenas y campesinas fueron despojadas de sus tierras por la naciente oligarquía cafetalera, con las leyes de 1881 y 1882. Luego, en los años 1903-1914, creció el negocio del café. Los grandes cafetaleros montaron las primeras fábricas industriales, quebrando a miles de artesanos que pasaron a ser obreros explotados en los nuevos negocios.

Entre 1918 y 1924 se crearon organizaciones de obreros industriales y agrícolas y se fortalecieron los gremios de zapateros, albañiles, barberos y otros. Farabundo participó en ese proceso organizativo. Además, hizo suyas las luchas de otros pueblos: fue miembro de la Liga Antiimperialista de Las Américas, del Socorro Rojo Internacional y del Partido Comunista Mexicano. Fue fundador del Partido Comunista Centroamericano y combatió junto a Sandino en la guerra de liberación de Nicaragua contra la invasión de Estados Unidos.

Por enfrentarse a la clase dominante, entre 1920 y 1932 fue encarcelado 9 veces: 6 en El Salvador y 3 en Guatemala, Estados Unidos y México. También fue expulsado 5 veces de diferentes países y fue el principal dirigente del Partido Comunista Salvadoreño, fundado en 1930.

En 1929 se inició la crisis del capitalismo mundial, que provocó una baja de los precios del café. En el país aumentó la pobreza en el campo, quebraron bancos, bajaron los ingresos del gobierno y miles de personas quedaron desempleadas. Farabundo seguía organizando a la población y participando en sus luchas.

En diciembre de 1931, el general Maximiliano Martínez derrocó al gobierno de Arturo Araujo. El 22 de enero de 1932, se dio un levantamiento indígena y campesino (“la insurrección del ‘32”), brutalmente reprimido por la dictadura. Farabundo participó en los preparativos del alzamiento, pero el 19 de enero de 1932 cayó preso junto a los líderes estudiantiles Luna y Zapata.

Un consejo de guerra presidido por el general Manuel Antonio Castañeda juzgó y condenó a Agustín Farabundo Martí y Alfonso Luna Calderón y Mario Zapata a morir fusilados en el Cementerio General de San Salvador, previo traslado desde sus celdas en la Penitenciaría Central.

En la tarde del 31 de enero de 1932 los prisioneros fueron llevados a una capilla para un servicio, y luego dos sacerdotes llegaron, el Padre Prieto y el Padre Rutilio Montalvo. Martí entonces dijo que no tenía pecados por los cuales confesarse. Se dice que en el momento de confesarse, Martí le dijo a un sacerdote que “he perdido la fe en los principios omnipotentes, los cuales de acuerdo a ustedes, son todos justicia y todos amor” , y preguntó al sacerdote si era justo lo que habían hecho el ejército y los burgueses a los fallecidos de “nuestros rangos”. Los otros dos acusados sí se confesaron. Luna admitió que no había comprendido los actos que serían necesarios para hacer justicia por los pobres, ya que se le acusaba de los actos inhumanos hechos por la revuelta comunista. Los tres fueron fusilados el 1 de febrero de 1932. También perecieron otros dirigentes del levantamiento, como Feliciano Ama (líder indígena de Izalco) y Francisco Sánchez (que dirigió el levantamiento de Juayúa).

El coraje, el ejemplo y la coherencia del pensamiento de Farabundo Martí, ha sido un legado que ha estado presente en la lucha de todas las generaciones de revolucionarios posteriores, que han levantado las banderas de justicia en las tan golpeadas tierras centroamericanas.

T/CO
F/@NicolasMaduro