Xin chao, por Ángel Miguel Bastidas|Culto a los ancestros (Opinión)

Los juegos pirotécnicos anunciaron la llegada del nuevo Año Lunar el pasado lunes 8 de febrero, pero desde días antes la familia vietnamita ya estaba imbuida en un intenso encuentro de reflexión como sincero homenaje a los ancestros (Thờ Tổ Tiên), incluyendo a sus héroes locales y nacionales.

No existe actividad espiritual alguna en Vietnam que reúna tanto pueblo. El Tet es una gigantesca fiesta popular, suerte de ratificación del vietnamita al amor infinito por su cultura ancestral. Esa conexión no se limita a una simple cita anual: el altar familiar es un lugar sagrado, que cada 15 y último día del mes, según el Año Lunar, toma colorido con diversas ofrendas; flores, comidas, frutas y varillas de incienso.

En Vietnam existen más de 22 millones de practicantes religiosos, de ellos ocho millones hacen causa en el budismo (Đạo Phật). Otro grupo es el caodaismo (Đạo Cao Đài), una religión autóctona, fundada en 1926, localizada en la provincia de Tay Ninh. También el hoahaoismo (Đạo Hòa Hảo), fundado en 1939.

Existen templos confusionistas (Khổng Giáo) y taoístas (Lão Giáo), con gran influencia en toda Indochina. En Hanoi y otras zonas existen iglesias católicas (Đạo Thiên Chúa), religión introducida en Vietnam en el siglo XVI por misioneros europeos, igualmente el protestantismo (Đạo Tin Lành), con presencia desde 1911.

Según la Constitución vietnamita todo ciudadano tiene derecho a la libertad de creencia y religión, a profesar o no una religión cualquiera. Todas estas prácticas son iguales ante la ley. Los lugares de culto de las creencias y religiones son protegidos por la ley. Nadie puede violar la libertad de creencia y de religión, o aprovecharse de las creencias y de la religión para contravenir la ley y la política del Estado.

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Hanoi/Vietnam