Cultores del país y PSUV rinden homenaje al Comandante eterno

Con una marcha de los cultores del país hacia el Cuartel de la Montaña y con un homenaje del Partido Socialista Unido de Venezuela se cierran hoy los actos programados en recuerdo de los cinco años de la siembra del comandante Hugo Chávez. El 15 de marzo, hace cinco años, el cuerpo del líder de la Revolución Bolivariana fue traslado desde la Academia Militar, en Fuerte Tiuna, hasta el recinto y morada del viejo cuartel militar ubicado en la parroquia 23 de Enero.

Delcy Rodríguez, presidente de la Asamblea Nacional Constituyente, invitó este semana, en un acto en el municipio Guaicaipuro, del estado Miranda, a todos los cultores del país a que participaran en este sentido homenaje al Comandante eterno.

“Vamos todos, las parrandas de San Pedro, los Diablos de Yare, vamos todas las expresiones culturales del pueblo de Venezuela a decirle al comandante Chávez no te vamos a defraudar”, expresó Rodríguez, quien estuvo acompañada por el presidente de TVES, Winston Vallenilla, el presidente de la Casa del Artista Roberto Messuti y del constituyente capitán Juan Escalona.

Por su parte, Diosdado Cabello, en la acostumbrada rueda de prensa de los lunes del PSUV, se refirió igualmente al acto especial previsto para hoy.

“El 15 de marzo de 2013 fue cuando trasladamos el cuerpo de nuestro comandante desde la Academia Militar en Fuerte Tiuna hasta el Cuartel de la Montaña. Es el quinto aniversario de la partida de nuestro Comandante. Invitamos a todo el pueblo caraqueño, a todo el pueblo de Venezuela, a rendirle honores”, declaró el dirigente bolivariano.

A lo largo de toda esta semana y la anterior, el Cuartele de la Montaña ha sido escenario de una serie de actividades dedicadas a resaltar la memoria del Comandante: conferencias, conversatorios, ponencias y actividades culturales. Allí se abordaron pasajes de la vida de Chávez, cuyo temario parece no agotarse. Cada día aparecen nuevas historias, algunas relatadas por el propio Comandante a lo largo de sus intervenciones o en Aló, Presidente. Una de estas anécdotas se refiere a Sara Moreno, el primer amor de su vida, allá en Sabaneta de Barinas.

“Yo amé a Sara Moreno”

Un día de invierno de 1961 se llevaron a Sara Moreno en el viejo camión de Miguel Torres. Chávez se acuerda clarito porque estaba allí, siendo un niño de siete años, paradito en la puerta de la casa donde ella vivía, la casa que ahora es de los Sequera, y que en aquel tiempo era de paredes de bloque con techo de cinc.

En los Aló, Presidente 287 y 288 de 2007, Chávez rememoró aquel episodio de su temprana niñez que alojó en el alma por más de 40 años.

“Y yo recuerdo que yo lloré más que el invierno, y la vi cuando se montó y me dijo: ‘Yo vuelvo, Huguito. Yo vuelvo, no llores. Yo vuelvo’. Y yo lloraba y lloraba y lloraba. No volvió”, contó.

Al cabo de un tiempo llegó la noticia: “Murió Sara”. “Lloré como un diluvio. Esa mujer se me quedó aquí dentro”, rememoró.

Confesó que había amado a Sara, que la quiHugo Chávez: “Yo amé a Sara Moreno”. Hoy en el Cuartel de la Montaña se cierra el ciclo de actividades con motivo de los cinco años de la partida del líder de la Revolución Bolivariana. Durante 40 años, Chávez mantuvo vivo el recuerdo de Sara Moreno, el primer amor de su vidaso como a una madre, aunque quedó la duda de si aquel sentimiento o cariño se debía a la taza bien grande de avena que ella le preparaba en las mañanas, a los mimos y al amurruñamiento que le prodigada o a un chispazo de amor infantil.

Después de mostrar la fotografía del rostro de Sara Moreno y otra imagen, vestida de enfermera, volteó el cuadernillo que le habían enviado unos familiares desde Barinas, se lo colocó en el lado del corazón y largó un sentido suspiro de evocación.

Sara Moreno era enfermera. Un día de algún mes de la década del 50 llegó a Sabaneta a trabajar en el dispensario. En aquel tiempo nadie sabía de dónde vino. Vivía frente a la casa vieja de los Chávez, en la calle que se hoy se llama Antonio María Bayón. La casa de los Chávez era un viejo rancho de palma y bahareque.

Con ese talento innato del que hacía gala para narrar amenas historias, contó que le había llegado una foto desde el mundo pasado, luego de que la mencionara en un programa pasado. Era la foto de Sara Moreno.

“Ay, te veo después de 40 años, porque esta mujer yo la amé, ella me amó, yo decía: tengo tres madres, cuando era un niño de siete años, mamá Elena, que me parió y a la que amo, es mi madre; mamá Rosa que me crió y la amo y la llevaré aquí, que Dios la tenga en la gloria, la madre de mi padre; y mamá Sara. Un día llegó Sara, era una joven y vivía al frente, era enfermera, tenía un marido y yo me ponía celoso, le tiraba piedras yo al tipo… Ella me hacía todos los días atol o avena, y como era enfermera, uno siempre se la pasaba rasguñado y se golpeaba y tal, entonces a mí me gustaba rasguñarme porque ella me echaba… Sí, me gustaba, ¡me aporree! O si no inventaba que estaba rasguñado, ras, ras, ras, por aquí me revisaba. Me bañaba, me lavaba la ropa. Esa mujer me adoraba como un hijo, y yo la adoraba”.

En algún momento del comentario, luego de mostrar la fotografía de Sara, Chávez se llevó la mano a los labios y lanzó un beso al aire, como si ella estuviera en algún lugar del firmamento.

El del pelo enchurruscao

“Era muy joven y era muy linda, saben. Ella tenía un marido que llegaba por las noches, y yo creo que me enamoré de Sara porque la celaba del marido. Nunca le dije a nadie esto, estoy confesándolo por primera vez en mi vida, y yo era un niño. Pero ella me amurruñaba y me dormía y me hacía comida”, expuso.

Luego habló de la enfermedad.

“Yo me acuerdo clarito que se puso enferma, y un invierno terrible, debe haber sido el invierno de 1961, yo tendría siete años, el único carro que entraba al pueblo era un camión de esos de cargar rolas, de cargar madera, pero que le ponían cadenas en los caucho , eso era barro, barro y agua. Yo odié ese camión, porque ahí la montaron, me dio un beso y un abrazo y me dijo: ‘Huguito, yo vuelvo’. Lloré mucho, más que el invierno. No volvió. A los dos años mi padre me dijo: ‘No va a volver Huguito, murió’. Ayyy, ¿cómo que murió? Sí. Y ahora yo no supe más nunca. Ahora como yo la nombré, aquí está, Sara Moreno, una linda mujer. Yo ni sabía hasta ahora de dónde era ella, sé que ella llegó un día, y un día como llegó se fue, y entonces la familia me manda esto. Sara Moreno nació en el caserío La Honda, Calderas, Distrito Bolívar del estado Barinas, arriba en la montaña, en los cafetales de la montaña. Trabajó en Sabaneta de enfermera en los años 50 y murió de tuberculosis en Barinitas, en 1962, por eso digo, a ella se la llevaron en el invierno del 61, ya no podía más, tenía 27 años de edad. Aquí están algunos datos, aquí está una foto, vieja foto. Mira, esa foto es un poco sombría, está seria Sara, esto sería cuando se graduó de enfermera en Barinitas, con una capa negra y su bata blanca que nunca se me olvida, y esos brazos que me cargaron, y yo me dormía en su pecho. Estaba enamorado de Sara Moreno, era una muchacha, y entonces por teléfono me dice su hermana, su prima-hermana, a la que yo llamé, porque me mandaron el teléfono de la familia Moreno en Barinas, allá vive, yo la llamé. ¡Ayyy, Presidente! Entonces la mamá de ella se llamaba Guadalupe, y la prima se llama Eugenia. Gracias Eugenia. Está en Barinas”.

Luego habló del viaje de Eugenia a Sabaneta . “Me dijo que ella tendría como 25, 26 años, fue a visitarla a Sabaneta y recuerda que llegaron a la casa, y había un niño ahí, que se la pasaba con el pelo amarillo enchurruscao, y que Sara mandaba a ese niño a comprar un fresco, a comprar un pan. Le dije a Eugenia: “Eugenia, ese niño era yo”.

T/ Manuel Abrizo
F/José Menéses y Cortesía
Caracas