La Guerra del pueblo | Cumbre y amenaza (Opinión)

¿Qué está de trasfondo o móvil genuino del decreto dictado por el presidente de Estados Unidos Barack Hussein Obama contra Venezuela? No obstante la coherente, firme y sostenida movilización de la Patria de Bolívar que al parecer ha servido para la modulación del discurso por parte de voceros del Departamento de Estado sobre el asunto, es conveniente examinar al menos una de las hipótesis que desde las trincheras antiimperialistas del Sur han sido asomadas.

No es de gratis esta “Doctrina Obama” que, sin causa verdadera nos declara como peligro para la seguridad nacional de su país. A leguas se descubre la intencionalidad: la pretensión imperial de tener control directo, en terreno, de un país cuyas entrañas contienen los más cuantiosos yacimientos de energía de que dispone el planeta. Y ese control solo podría darse, de acuerdo a la óptica del imperio, con una invasión militar, de la cual ya ha habido insinuaciones, como la llamada “Operación América” fraguada en 1963, en connivencia con Rómulo Betancourt, y ante el peligro que por entonces representaba para el país la insurgencia armada de la época. Otro antecedente es el conocido “Plan Balboa” que se tramó contra el gobierno del comandante Hugo Chávez.

Hipótesis que parece reforzarse con el virtual cerco de bases militares que EEUU y la OTAN han establecido en distintas fachadas que hacen frontera terrestre o marítima con nuestra Patria. Hasta ahora la convicción masiva de nuestro pueblo, así como la justeza de nuestra posición en el marco del Derecho Internacional y los apoyos manifestados por la mayoría de naciones del mundo en organismos como G-77 más China, el Mnoal, Grupo Africano, Unasur y ALBA entre otros, ha detenido cualquier escalada en la agresión.

Sin embargo, próximo como está el continente, a la realización en Panamá de la Cumbre que ha de congregar a Jefes de Estado y de Gobierno de los Estados Miembros del Hemisferio, no nos podemos permitir cejar en la movilización y las previsiones de orden interno para el mantenimiento de la soberanía y la paz, sin dejar por ello de estudiar, de producir, de construir, de soñar, de elevar hacia las alturas nuestras ilusiones en la certeza de que la democracia bolivariana y protagónica, con su asamblea de ciudadanos y su presupuesto participativo es mucho más avanzada y propicia para construir felicidad social, aun con imperfecciones, que la democracia representativa y de segundo grado que se aplica en el Norte.

T/ Néstor Rivero