Columna guerras del pueblo|Cumbre y cambios (Opinión)

La relación entre las dos porciones del hemisferio, el Norte anglosajón y el Sur, latino y caribeño, que hace recordar la metáfora de José Enrique Rodó en Ariel -a su vez inspirada en la obra de Willian Shakespeare La tempestad- convoca a continua reflexión.

Se trata de dos áreas gigantescas muy distintas, dos continentes culturales, las dos Américas: una que avanza y va zafándose de la hegemonía usurera, expansionista y tecnológica de la otra; y ésta que puja por evitar que se le escape. Relación que extrajo riqueza bruta sin tasa de una parte, el Sur y que solo ha dejado, el Norte y su modelo, deforestación, urbes de marginalidad, golpes de Estado e invasiones militares.

Y ello por el afán de grupos de poder corporativo y político imperiales que se iniciaron al menos desde que James Monroe proclamó su ominosa doctrina “América para los americanos (del Norte)”.

Y si bien es aún insuficiente el conjunto de iniciativas tomadas por el Sur en lo que va del siglo XXI, como para cantar victoria definitiva respecto a los mecanismos de dependencia, rentismo y subyugación cultural que se impuso a nuestros pueblos -por vía de los canales de circulación de la información y el entretenimiento-, así como por la capitulación de élites criollas en estos países, incapaces ellas de sembrar sus capitales en lar nativo, generar desarrollo endógeno y formar núcleos de alto conocimiento con conciencia de territorialidad, si bien, repetimos, es insuficiente lo andado en estos 15 años, no cabe duda que a medida que avanza el reloj se afirma el destino de integración, corresponsabilidad y prosperidad en la América Latina-Potencia, la del Mundo Pluripolar.

No pasaron de balde por las páginas de este continente suramericano y caribeño Néstor Kirchner y Cristina Fernández; no fue vano el empeño y entrega creadora de los comandantes Hugo Chávez, Fidel Castro y el Che Guevara; como no lo ha sido el legado del Libertador Simón Bolívar, al trazar para estas naciones el reto transgeneracional que hoy se retoma en el lema: “La Patria es América”, Patria-continente de habla hispana, lusitana, anglo-caribeña, aborigen y afrodescendiente; América Nuestra donde no tiene cabida -de acuerdo al Padre de la Patria- el proyecto expoliador, imperial y de cálculo aritmético, de las élites de EEUU. “¡Cambios!” es grito que brota de la entraña de los pueblos: para crear un mundo de paz y convivencia; de justicia y felicidad social.

T/ Néstor Rivero
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