Dante en ruedas

TINTA CRUDA

POR: ALFREDO CARQUEZ SAAVEDRA

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La gente de a pie, literalmente, y no como le gusta llamarla a los políticos de cualquier tendencia y nacionalidad, vive a diario un infierno dantesco a la hora de tratar de utilizar el transporte público en la ciudad de Santiago de León de Caracas y sus alrededores: Guarenas, Guatire, Altos Mirandinos y Valles del Tuy, por ejemplo, y por no irnos mas lejos.

Sin duda hay menos unidades de transporte, sea, por razones relacionadas con la escasez de repuestos o por su grosera carestía; o por el interés egoísta y hasta político de algunos dueños de autobuses, busetas, microbuses, que buscan pescar en el río revuelto de la inflación desatada, para aumentar sus tarifas y, de paso, contribuir así con la intención velada de generar malestar en la ciudadanía.

Las paradas rebosan de personas malencaradas: en la mañana, porque se va a llegar tarde al trabajo, a la escuela, a la cita médica, etc. Y en la tarde peor, porque se quiere llegar a casa temprano, antes de que anochezca, luego de la jornada de trabajo.

Los carritos, si pasan, se ven inclinados por el peso del gentío que, paradas antes, tuvo la suerte de montarse en este a trompicones. Y trate de no pagar con un billete de 1.000 bolívares, porque aunque ilegal, los conductores están cobrando 700 bolívares y, de paso, no dan vuelto.

Alguna que otra vez salen por la televisión y algunos diarios, miembros de supuestos sindicatos de trabajadores del volante que justifican el aumento del pasaje utilizando cualquier argumento. Se supone que estos forman parte de curiosas cooperativas de transporte que se comportan como cualquier empresa de transporte que se sostienen gracias al trabajo cuasi esclavo de los denominados avances y colectores.

Si una buseta durante unas 10 0 12 horas de recorrido diario produce unos 600.000 bolívares, por ejemplo, el dueño se queda con 400.000 bolívares. El resto se reparte entre el chofer y el avance. De esa cantidad estos pagan la comida de la jornada. Y si no hay trabajo, por enfermedad o porque el patrón decide retirar de la calle el vehículo, no hay ingresos. Además no existe la previsión social: no hay seguro, ni vacaciones, ni prestaciones, etc. Tampoco hay nada por escrito, el contrato es verbal.

Ya es tiempo de que en nuestro país exista de verdad un verdadero sistema de transporte público verdaderamente público. El Estado debe asumir este servicio de manera eficiente y obviamente rentable.

Voceros oficiales han amenazado con el retiro de las concesiones a quienes hacen de esta necesidad un caos pero estos avisos no han ido mas allá de la pantalla y el micrófono. Ojalá que en esta brevísima campaña electoral por las alcaldías del país, alguien le ponga atención a este asunto.

alfredo.carquez@gmail.com
Caracas