Danza de bufones

SÍNTESIS

POR: HUGO CABEZAS

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En el año 1656, el gran maestro español Diego Velázquez, pintó una sus más grandes obras: Las Meninas. Obra que, al decir de la mayor parte de los críticos y entendidos del arte pictórico, revolucionó esta disciplina ya que, la “representación realista de la realidad”, a través de un “juego de espejos” y, colocándose el propio Velázquez como parte de ella, significó una ruptura con la “representación clásica”, estilo predominante hasta entonces.

Hecho este que, al decir de sus analistas, tenía un trasfondo político, ya que Velázquez, “establece una agenda crítica y política ante la visión que se tenía en su época sobre la pintura y el modo clásico de hacer un retrato”. Época en la cual la pintura libraba todavía sus últimas batallas para ser reconocida como arte liberal.

Como puede apreciarse en la referida obra, el primer plano del magistral cuadro de Velázquez está representado por la infanta Margarita con sus damas de honor: «las meninas», que representan la inocencia y la infancia.

A diferencia de “las meninas”, el “bufón” es un personaje cuya única ocupación es distraer al Rey y su Corte. Personajes que los hacían reír más por sus defectos físicos que por sus bromas, ocurrencias o chistes.

Los bufones eran despreciados por los reyes y sus cortes. Los consideraban seres inferiores. Estos no tenían otra significación que las de hacer el papel del “payaso” moderno. Sus deformaciones físicas, su enanismo, junto a sus cualidades cómicas, su histrionismo y sus habilidades acrobáticas y de malabaristas, constituían sus dones. Mientras mayores eran sus discapacidades y defectos, más útiles eran para las inhumanas y grotescas ocurrencias de los reyes y sus cortes.

Pues bien, el papel de bufones es lo que han hecho los mandatarios del mal llamado Grupo de Lima, en el marco de la VIII Cumbre de Jefes de Estado de las Américas, realizada entre los días 13 y 14 de este mes de abril.

Ensayaron poses y discursos, se mandaron a hacer trajes nuevos, se arreglaron la dentadura, hicieron dieta, contrataron estilistas para que los aconsejaran cómo verse mejor, contrataron maestros de danza y baile para perfeccionar los suyos, de todo hicieron para congraciarse con el rey Trump.

Pero este los embarcó. Como decimos en criollo: “Los dejó con los crespos hechos”.

Trump sabía que sin la presencia de Venezuela, la Cumbre no tenía sentido. Por mucho que nos consideren su enemigo, bien sabe el Departamento de Estado del imperio que el Gobierno venezolano, desde la tercera Cumbre realizada en Quebec, Canadá, en el año 2001, siempre ha dicho cosas interesantes, que bien vale la pena conocer para enfrentarlas, como en efecto lo han hecho.

La espina de la derrota del ALCA aun les molesta.

Pues bien, van y vienen. Dicen y se desdicen. Vamos pero no llegan. Y, por mucho que se esfuerce CNN y los grandes consorcios de medios de comunicación locales, regionales, hemisféricos y mundiales en querer presentar una Cumbre exitosa, la realidad real es otra.

FRACASARON. Si en mayúscula, porque el fracaso es estruendoso.

Organizar una Cumbre cuyo tema es la corrupción gubernamental en un país en donde el Presidente de la República, como es el caso de Pedro Pablo Kuczynski, tuvo que renunciar por corrupto, es una enorme bufonada.

Tener a Luis Almagro, con su soberbia y amargura, como director de la orquesta de esa bufonada, era previsible el nefasto resultado que ha tenido.

Por eso, esta VIII Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de las Américas fue una danza de bufones, solo que no estuvo el Rey y la corte que lo sustituyó era de muy baja ralea.

De nada bueno nos perdimos. El presidente Nicolás Maduro al decidir no asistir a esa fiesta bufa, de nuevo resultó victorioso.

Prefirió, como en Las Meninas lo hizo Velázquez, intercambiando miradas, compartiendo pareceres, danzando con los arlequines del pueblo venezolano. Que es su pueblo. Para “amarrar” la victoria del próximo 20 de mayo.

Post scriptum: Algunos amigos me preguntan si se tiene cuantificado el monto de lo que han recibido Julio Borges y Antonio Ledezma en sus “sacrificados viajes” por el universo.

@HugoCabezas78