Por Werther Sandoval|Dar precio a la gasolina, sincerar el tipo de cambio (Opinión)

Es un error conceptualizar de neoliberal y fondomonetarista la aplicación de medidas de mercado en un país que, como el nuestro, construye el socialismo y por tal motivo aun mantiene relaciones sistémicas y estructurales del capitalismo, tan elementales como pagar en la bodega con billetes y monedas.

En otras palabras, no es lo mismo colocarle el precio justo a la gasolina y unificar y sincerar el tipo de cambio en la Venezuela de 1989, cuando El Caracazo que en la actualidad, cuando por las medidas de distribución justa de los bienes y servicios la población disfruta de derechos y es portadora de una mayor conciencia política y de identidad nacional. Nunca como hoy el pueblo no ha tenido en su historia un momento en el cual haya disfrutado de tantos beneficios.

Sobre este piso de prebendas sociales e identidad nacional hoy es posible aplicar de manera firme y progresiva medidas que den un vuelco a los factores monetarios que sirven de sostén al rentismo petrolero, como son el subvalorado y corrupto tipo de cambio y el derrochador y contaminante subsidio a la gasolina.

Las idea de mantener un tipo de cambio por debajo de su valor descansa en el propósito colonial de hacernos importador de bienes y servicios con dólares baratos, a los fines de minimizar los costos y ponerle así un ancla a la inflación importada.

Pero si bien en lo inmediato logra su propósito, en el largo plazo tal medida ha afianzado la dependencia, el neocoloniaje y el consumismo atroz, mientras frustrado emprendimientos y ha corroído la industria nacional al impedir su capacidad para forjarse y competir con productos y servicios importados mas baratos y, en muchos casos, con mayores valores agregados tecnológicos y de calidad.

Llevar el tipo de cambio a su justo valor e incluso sobrevalorarlo en algún gradiente, hace atractivo el país para la instalación de un plantel industrial con capacidad exportadora, tal como ha ocurrido con la economía de los países asiáticos. Añádase que elimina esa fuente inconmensurable de corrupción como es el tipo de cambio subvalorado. Existen, se están creando, pero aún son relativamente pocas las empresas y firmas importadoras de alimentos y medicinas con conciencias bolivarianas, chavistas, guevaristas, éticas y honestas, capaces de resistir la tentación de quienes le ofrecen casi Bs 1.000 por un dólar adquirido a Bs 6,30.

Otra manifestación del rentismo petrolero es el subsidio, regalo, definido en los balances de Pdvsa como Gastos no recuperables, que solo en 2014 fueron los 9.960 millones de dólares dado por la Nación al 25% de la población de mayores ingresos portadora de autos, la cual consume casi nueve veces más gasolina que el 25% más humilde.

A la tasa de cambio Simadi, de 200 bolívares, el costo de una empanada, el venezolano propietario de un auto con tanque de 45 litros gasta apenas un dólar al año en gasolina, menos que el costo del combustible de un litro en España, donde vale 1,240 dólares.

Con la aplicación de un precio equivalente al costo de producción, el Gobierno Bolivariano tendría recursos para atender las Misiones Sociales y así frenar el impacto inicial inflacionario que causaría sincerar el tipo cambio, dos trabas del fracasado modelo adeco del rentismo petrolero.

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