De 1941 a 2021: 80 años de títulos en beisbol

Cuando el sábado 2 del corriente la selección nacional se coronó en el Campeonato Mundial de Beisbol Sub-23 en México, probablemente ninguno de sus integrantes estaba al tanto de que veinte días después, el viernes 22, se estarán cumpliendo exactamente 80 años de la primera gran hazaña del deporte venezolano, que tal vez no por casualidad, para quienes creen en el destino, se produjo precisamente en este deporte.

Fue en Cuba, aquel histórico 22 de octubre de 1941, cuando a través de las transmisiones radiales, nuestro país se estremeció como nunca antes con el encuentro en el cual la representación criolla, comandada desde la lomita por el derecho Daniel “Chino” Canónico, derrotó a la poderosa Cuba con pizarra de 3-1 en el partido decisivo de la IV Serie Mundial de Beisbol Amateur, que tuvo lugar en La Habana desde el 27 de septiembre.

Ambos equipos, el 17 de octubre habían culminado igualados con registros de 7-1 su tránsito por la ronda del “todos contra todos”, por lo cual fue necesaria la celebración de un juego extra.

La responsabilidad correspondió nuevamente al brazo del inagotable “Chino” Canónico, quien había sido el artífice monticular del triunfo en el último juego de la eliminatoria con pizarra de 4-1, precisamente ante la novena anfitriona.

De esa manera quedó el escenario preparado para el primer gran momento en la historia de la actividad deportiva de un país que apenas despertaba de la feroz dictadura de Juan Vicente Gómez, culminada con su fallecimiento el 17 de diciembre de 1935, es decir, poco menos de seis años antes.

Ese memorable 22 de octubre de 1941, la selección nacional marcó tres rayitas en el primer episodio ante los envíos del legendario Conrado Marrero, una de las glorias del beisbol cubano, fallecido a los 102 años en el 2014, mientras el “Chino” sumía en el letargo por segunda ocasión consecutiva a la temible toletería local, permitiendo solo una carrera en el noveno.

De inmediato estalló la euforia colectiva en nuestra patria, que incluyó al entonces presidente de la República, general Isaías Medina Angarita, quien decretó esa fecha como Día Nacional del Deporte.

Durante todo el torneo, Canónico fue un verdadero gigante desde el montículo, poniendo su brazo de acero al servicio de la victoria del equipo criollo ante Puerto Rico 12-1, la segunda luego de la del debut 8-2 frente a El Salvador.

México por 5-2, quitándoles el invicto en cuatro presentaciones a los aztecas, también cedió frente a las serpentinas de Canónico. La siguiente imposición fue a expensas de Estados Unidos, de nuevo 12-1. De seguidas, llegaron victorias ante Panamá 7-2 con el “Chino” en plan ganador otra vez y Nicaragua 6-0.

El primer y único revés de Venezuela fue contra República Dominicana 4-2, con Domingo Barboza desde el morrito de nuestra selección, para que Canónico, con su actuación del 17 de octubre que aseguró el empate en la punta con los cubanos, dejara lista la puesta en escena para la hazaña del 22 de octubre.

Aquel equipo de los Héroes del 41 estuvo integrado por los lanzadores Juan Francisco «Gatico» Hernández, Domingo Barboza, Ramón «Dumbo» Fernández, Felipe Gómez, Benjamín Chirinos, Daniel «Chino» Canónico, Pedro»Buzo» Nelson.

Los defensores del cuadro fueron Luis Romero Petit (3B), José Antonio Casanova (SS), Dalmiro Finol (2B), José Pérez Colmenares (1B), Enrique «Conejo» Fonseca (C) y Atilano Malpica (utility).

En los jardines estuvieron Jesús «Chucho» Ramos, quien luego tendría una breve pasantía por las Grandes Ligas con los Rojos de Cincinnati, Héctor Benítez «Redondo», Julio Bracho (también lanzador), Francisco «Tarzán» Contreras y Guillermo Vento (igualmente receptor), mientras que el mánager fue Antonio “Pollo” Malpica.

El recibimiento que brindó el pueblo venezolano a los protagonistas de aquel triunfo épico. Fue el más multitudinario que pudo observarse durante décadas, hasta la conquista del oro en los Panamericanos de Chicago en 1959, también por la selección de béisbol y la medalla dorada por parte de Francisco “Morochito” Rodríguez en los Juegos Olímpicos de México en 1968.

José Antonio Casanova, campocorto de ese elenco, no solamente fue el Más Valioso de aquella Serie Mundial Amateur, sino que terminaría convirtiéndose en uno de los más importantes personajes de la historia de nuestro beisbol.

El último de los sobrevivientes de este grupo heroico, Enrique “Conejo” Fonseca, falleció el 9 de diciembre del año pasado, a los 102 años.

Mundial de 1994

Venezuela conquistaría su segundo título en la VII edición de la Serie Mundial de Beisbol Amateur, que en 1944 se celebró por primera vez fuera de Cuba. El Estadio Cerveza Caracas, ubicado en San Agustín, fue remozado y engalanado para la ocasión. Era tal la fiesta preparada en Venezuela para la disputa de la Copa Simón Bolívar, que incluso se organizaron las que fueron las primeras elecciones directas, universales y secretas de la historia del país, para escoger a la Reina del torneo.

Dos candidatas acapararon el favoritismo, representando en su momento a dos clases sociales distintas. Una era Oly Clemente, hija del secretario del presidente Isaías Medina Angarita y a quien se identificaba con los sectores pudientes, y Yolanda Leal, una maestra vinculada a los estratos populares.

Kilométricas colas pudieron observarse en los centros de votación el día de la elección, el domingo primero de octubre, y finalmente la docente terminó imponiéndose con 25.000 votos por 8.000 de su principal contrincante.

El 12 de octubre, 14.000 personas abarrotaron el Cerveza Caracas, incluyendo al general Medina Angarita, para dar inicio a un torneo salpicado por polémicas situaciones bordeando lo extradeportivo, que sin embargo no mellaron ni el entusiasmo con el cual los venezolanos asumieron el evento, ni la alegría al concretarse la obtención del gallardete el 18 de noviembre.

Una de esas situaciones tuvo lugar en la primera ronda, cuando luego de pasar al frente los venezolanos en el inicio del noveno episodio y con la noche acercándose en tiempos en los cuales no había iluminación artificial en el estadio, el equipo de República Dominicana comenzó a demorar el encuentro, hasta que el árbitro principal lo suspendió debido a la oscuridad, quedando sin efecto las anotaciones de la tropa criolla, con lo cual las reglas le otorgaban el triunfo a los quisqueyanos, al frente al concluir el octavo.

A pesar de sus artimañas, mientras Venezuela pudo clasificar a la segunda ronda, República Dominicana se quedó en el camino al perder un juego de desempate frente a Cuba, que obtuvo plaza junto a México y Panamá, para completar el cuarteto con derecho a disputar un “todos contra todos”.

Cubanos, mexicanos y venezolanos culminaron esa fase con 2-1, mientras los panameños no ganaron en tres presentaciones, correspondiendo disputar la final a aztecas y criollos, por tener mejor promedio en el renglón de carreras anotadas y recibidas.

Los cubanos se marcharon, luego de otro de los acontecimientos extradeportivos que marcó el torneo, ya que en el juego contra Venezuela, el árbitro principal no se presentó, por lo cual ambas novenas accedieron utilizar en tales funciones a un “coach” del equipo criollo, quien según los antillanos, actuó de manera parcializada durante la mayor parte del desafío.

Las controversias subieron de nivel cuando un cubano conectó un rodado difícil, tomado lejos de la base por el inicialista venezolano, quien se la lanzó de manera desviada al pitcher, que había ido a cubrir la primera almohadilla. La bola fue a parar donde estaban los periodistas, uno de los fotógrafos la tomó y se la pasó al lanzador, el cual de inmediato la tiró a la tercera, destino hacia el cual se había embalado el corredor antillano.

El árbitro decretó el “out” y estalló la ira en la banca cubana, que luego de furiosas protestas terminó abandonando el juego y el torneo.

El 18 de noviembre, con Venezuela paralizada por el encuentro en el cual se dirimía el título mundial, las acciones llegaron igualadas al octavo tramo 3-3. Héctor Benítez y Dalmiro Finol conectaron inatrapables consecutivos luego de haber sido puesto fuera el primer bateador; Ramón “Dumbo” Fernández entregó el segundo “out”, pero pudo colocarlos en posición anotadora y el lanzador Julio Bracho la rodó por predios del torpedero, quien luego de algunos problemas pudo lanzar a primera, donde en una jugada cerrada fue decretado el “quieto”, mientras Benítez anotaba la de la ventaja.

Los mexicanos saltaron a protestar de manera vehemente la decisión arbitral y, finalmente, decidieron no continuar jugando, quedando así para Venezuela su segundo título mundial de beisbol, el primero logrado en casa, por lo cual es de imaginarse la euforia que estalló en todo el país.

Ese grupo de monarcas del planeta estuvo integrado por Ramón “Dumbo” Fernández, Enrique “Conejo” Fonseca, Guillermo Vento, Dalmiro “El Ovejo” Finol,  Luis Romero Petit, Héctor Benítez “Redondo” y Julio Bracho, quienes habían formado parte igualmente de los Héroes del 41 y Adolfredo González, Luis “El Mono” Zuloaga, Eduardo “Churupa” Pérez, Valentín Arévalo, Víctor García,  Placido Delgado, Juan de Mata García, Jorge “Tuerto” Arrieta, León Díaz,  Félix “Tirahuequito” Machado, Rafael Olivares y Antonio “Camello” Briñez. ¿Saben quién era mánager-jugador? Un joven de 26 años llamado José Antonio Casanova, precisamente el Más Valioso en la obtención del primer cetro.

Venezuela reeditó la corona en la VIII Serie Mundial efectuada también en Caracas en 1945 y a la que solo asistieron Colombia, Costa Rica, El Salvador, Panamá y Nicaragua.

El equipo criollo estuvo conformado por Héctor Benitez “Redondo”, Luis Romero Petit, Guillermo Vento, Enrique “Conejo” Fonseca, Ramón “Dumbo” Fernández, Julio Bracho, Antonio Briñez, Adolfredo González, Luis “El Mono” Zuloaga, Eduardo “Churupa” Pérez, Valentín Arévalo, Víctor García y un jovencito que luego haría historia en Venezuela y las Grandes Ligas: Alfonso “Chico” Carrasquel. De nuevo, José Antonio Casanova fue mánager-jugador.

Héroes del 59

Casanova, también fue el estratega que condujo a la selección nacional al triunfo que le disputa a la del 41 la distinción como la principal hazaña de nuestro béisbol: el oro en los Juegos Panamericanos de Chicago, Estados Unidos.

Ese equipo, el de los Héroes del 59, lo integraron los jugadores del cuadro Eduardo “Tata” Amaya, Dámaso Blanco, José Flores, Luís Manuel Hernández, Domingo Martín Fumero, Rubén Millán; los jardineros Miguel Girón, Francisco “La Manca” López, Lucas Ferreira; el utility Raúl “Cigarrón” Landaeta, los lanzadores Enrique Capecchi, Tadeo Flores, Francisco Oliveros, Luís Peñalver, Manuel Pérez Bolaño, José Pérez y el receptor William Troconis.

El domingo 6 de septiembre, el joven Luis Peñalver de 17 años y quien se convertiría en uno de los serpentineros más importantes de nuestro béisbol rentado, transitó toda la ruta espaciando seis incogibles, para liderar la victoria 6-2 de Venezuela ante Puerto Rico, que terminó dándole a la delegación criolla su única presea áurea en la cita continental.

El camino hacia aquel galardón dorada lo había iniciado el batallón tricolor en el Estadio Comiskey Park con imponente triunfo 11-6 ante Estados Unidos, que tenía en sus filas al futuro Salón de la Fama, Lou Brock. Luego México le propinó el único revés en el torneo, 3-0, pero la novena criolla se repuso para propinar una paliza 14-1 a Brasil, sumando de seguidas satisfacción frente a Costa Rica 14-2, con la presencia del también futuro salón de la fama Luis Aparicio, quien ya era estelar en Medias Blancas de Chicago, en un encuentro en el que “Tata” Amaya conectó un cuadrangular de más de 400 pies que cayó en las afueras del parque.

De esa manera, Venezuela culminó la etapa eliminatoria con registro de 3-1, empatada con Estados Unidos y México, pero por sorteo pasó a la siguiente fase, en la cual se impuso a Cuba 6-5, a los locales 3-2 y en la batalla final, con el legendario Wrigley Field como escenario de lujo, a la novena borincana 6-2.

Ese mismo día retornaron al país, donde fueron objeto de un apoteósico recibimiento, solo superado por el de los Héroes del 41, antes y el brindado a Francisco “Morochito” Rodríguez, nueve años después.

Y el sub-23

Venezuela, no obtuvo otro título de relevancia en el béisbol hasta el del Mundial Juvenil efectuado en 1977 en Buenos Aires, Argentina, venciendo en la final a Cuba con una selección dirigida por el inolvidable Remigio Hermoso y en la cual estuvo Norman Carrasco.

La sequía terminó este año, uno de los más prolíficos en cuanto a satisfacciones se refiere para el deporte nacional, cuando la novena venezolana, comandada desde la banca por el exgrandeliga Carlos García, se apoderó del máximo trofeo en el Mundial Sub-23 celebrado en Hermosillo, México.

La historia, por reciente bastante conocida, da cuenta de cómo un grupo de peloteros profesionales menores de 23 años, luego de sufrir solo una derrota en la fase previa 3-2 ante Panamá, terminó blanqueando 4-0 a los mexicanos, campeones hasta entonces, con una brillante labor del derecho Wikleman Ramírez, quien solo toleró tres incogibles y concedió un boleto en siete entradas.

Con 20 días de antelación, fue una excelente manera de celebrar los 80 años de la concreción de aquella hazaña que puso por primera vez a Venezuela en el mapa del mundo beisbolero y cuyos héroes marcaron el camino por el cual en tierras mexicanas transitaron estos muchachos.

T/ Jimmy López Morillo
F/ Cortesía