Decodifican el secreto de la ‘inmortalidad’ de células tumorales

Científicos descubren cómo una mutación en un regulador genético confiere ‘inmortalidad’ a las células tumorales, lo que causa la división celular no controlada.

Los investigadores de la Universidad de California (UC) San Francisco, en EEUU, han encontrado que las células de glioblastoma derivadas de pacientes con mutaciones del promotor TERT–la tercera mutación más común entre todos los cánceres humanos y la mutación más común en el glioblastoma mortal del cáncer cerebral– dependen de una forma particular de una proteína llamada GABP para su supervivencia.

Los resultados del estudio, publicado el lunes en Cancer Cell, confirman que GABP es fundamental para el funcionamiento de la mayoría de las células, pero los investigadores descubrieron que el componente específico de esta proteína que activa los promotores de TERT mutados, una subunidad llamada GABP-1L, parece ser prescindible en las células normales.

Además, descubrieron que eliminar esta subunidad usando la edición genética CRISPR ralentizó drásticamente el crecimiento de las células cancerosas humanas, pero la eliminación de GABP-1L de las células sanas no tuvo un efecto discernible.

“Estos hallazgos sugieren que la subunidad *1L es un nuevo fármaco objetivo prometedor para el glioblastoma agresivo y potencialmente para muchos otros cánceres con mutaciones del promotor TERT”, sostiene el autor principal del estudio, Joseph Costello.

La inmortalidad es uno de los rasgos clave de las células cancerosas. A diferencia de las células sanas, que están estrictamente limitadas en la cantidad de veces que pueden dividirse, las células cancerosas pueden seguir dividiéndose y multiplicándose para siempre, en muchos casos acumulando mutaciones adicionales que conducen el cáncer a medida que avanzan.

Normalmente, la duración de la vida celular se establece mediante estructuras llamadas telómeros: capas protectoras que se sientan en los extremos de los cromosomas, como los herretes en el extremo de un cordón de zapato. Los telómeros se acortan cada vez que una célula se divide, hasta que finalmente son demasiado cortos para proteger el ADN por más tiempo, una señal de que la célula ha llegado al final de su ciclo de vida natural y debería retirarse como un neumático muy usado.

Las células tumorales en la mayoría de los cánceres superan esta limitación al robar el secreto de la inmortalidad de las células madre de larga vida, que pueden dividirse indefinidamente gracias a una enzima telomérica llamada telomerasa, cuyo descubrimiento llevó a un premio Nobel compartido para Elizabeth Blackburn de la UCSF.

T/Hispantv
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