Brasil tiene un déficit acumulado en los últimos 10 años de 54 mil médicos, lo cual le impide cumplir con su compromiso de garantizar el acceso de los ciudadanos a una salud con calidad.
Según el Registro General de Empleados y Desempleados (Caged), entre 2003 y 2012 se crearon 147 mil nuevos puestos en el sector de la salud y fueron ocupadas apenas 93 mil plazas, lo cual arroja una carencia de 45 mil galenos.
A esto se suma la decisión de gobierno brasileño de crear en 2014 otras 26 mil 311 plazas en los nuevos hospitales y centros públicos del Sistema Único de Salud (SUS), que abrirán sus puertas hasta 2014.
Estos datos muestran las dificultades de un importante sector para el mejoramiento de las condiciones de vida de la población, que cuenta con 1,8 médicos para cada mil brasileños, índice por debajo de otras naciones latinoamericanas como Argentina (3,2) y México (dos).
Los problemas se agravan aun más debido a la deficiente distribución en todo el país de estos profesionales, de acuerdo con un estudio del Consejo de Medicina del Estado de Sao Paulo.
El SUS tiene cuatro veces menos médicos que el sector privado y por regiones el sureste cuenta con el 2,61 galenos por cada mil habitantes, mientras el norte aparece con un 0,98.
Este déficit constituye uno de los principales obstáculos para el Ejecutivo de la presidenta Dilma Rousseff, que trabaja para ampliar los servicios de salud pública y mejorar la calidad en la atención sanitaria.
La administración federal estimula por ello la ampliación de matrículas en las facultades de medicinas de las universidades brasileñas y ofrece incentivos para trasladar profesionales de la ciudad al campo.
Entre estas iniciativas se incluye una propuesta de contratar médicos en el extranjero con conocimiento del idioma portugués para suplir las plazas vacantes, pero primero el Gobierno deberá realizar un reajuste de la ley para permitir que profesionales foráneas puedan ejercer en esta nación, señaló en días pasados el ministro de Salud, Alexandre Padilha.