
El presidente del Instituto Latinoamericano de Seguridad y Democracia, Mariano Ciafardini, asegura que impulsar la delincuencia como herramienta política “no solo es posible, sino que es una práctica habitual de desestabilización de gobiernos nacionales o locales en varios países de Latinoamérica”. Consultado por el Correo del Orinoco, el abogado y especialista en criminología respondió desde Argentina que esta acción es provocada por cierto tipo de oposición “que no tiene escrúpulos ni límites a la hora de competir políticamente, y que además está desesperada por no tener propuestas válidas que le permitan competir legalmente”.
Explicó que en el mundo del delito existen “tramas mafiosas, complicidades y compromisos” que facilitan los canales para que sectores de poder o de dinero, con contactos, incluso con sectores corruptos de las policías, usen a miembros de bandas o funcionarios policiales para “generar alarma social” a través de hechos delictivos. “Lo hacen a través de pagos, de extorsiones, o de simples complicidades, ya que muchas veces estos sectores de las bandas criminales, de la policía corrupta y de la política derechista o fascista, están vinculados naturalmente”, añadió.
Los casos suscitados en México Brasil, Colombia y Argentina, así como en varios países de Centroamérica evidencian, en su opinión, “el entrecruzamiento de la política de derecha con la violencia delictiva, generada adrede con fines políticos de desestabilización o amedrentamiento de opositores democráticos o de izquierda”. Según el especialista, es muy difícil la identificación de autores, “porque todo se hace en el marco de tramas mafiosas y de auto encubrimiento”. Para ello cuentan con la “colaboración de los grandes medios derechistas” que, en su criterio, “manipulan la información, tratando de hacer aparecer a los gobiernos, o a los políticos progresistas y de izquierda, como responsables, imputándolos de débiles o ineptos”.
CRECIMIENTO ABRUPTO
Sostiene que la delincuencia y la violencia cotidiana en las calles y contra los bienes y las personas aumentaron en Latinoamérica de forma exponencial desde el advenimiento de las políticas neoliberales. “Esto es comprobable en los lugares donde se hacían estadísticas desde antes de los años 80 y 90”, argumentó.Se puede comparar, de acuerdo con el ex Director Nacional de Política Criminal en Materia de Justicia y Legislación Penal del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la República Argentina, como a partir de 1985, y principalmente desde la década de los 90, en todas las grandes ciudades de la región aumentaron en forma abrupta los delitos de robo y hurto, el tráfico de drogas y, en muchos casos, los homicidios y las agresiones.
Dijo que también aumentó mucho la violencia contra la mujer, así como contra las jóvenes y los jóvenes. “Esto es por la brutal marginalidad a la que sometió el neoliberalismo a amplios sectores juveniles, por la cultura del consumismo que trajo, y por el impresionante aumento de la corrupción que vino de su mano”, esgrimió. No es que antes no hubiera esta clase de delitos, aclara Ciafardini, quien se desempeña como profesor de derecho penal y criminología distintas universidades argentinas, “pero sin duda, lo que transformó a la violencia social en un verdadero problema fue el impacto de la economía y la cultura neoliberal”.
Todos los países del continente han sido afectados por este flagelo, acota, pero obviamente “es más visible” en las grandes ciudades suramericanas como Sao Paulo, Rio de Janeiro, Caracas, Medellín y Buenos Aires. Refiere que el impacto también ha sido fuerte en Centroamérica, “donde se complicó aún más la situación por las consecuencias de la guerra”, y finalmente, en los últimos años, se trasladó a México “por el narcotráfico”.
ABANDONAR EL NEOLIBERALISMO
El experto en criminología recordó que en el pasado, temas como la inseguridad y el delito “no figuraban en la agenda política ni mediática” de los países latinoamericanos. “Fue a partir de los años 85-90 que todo se empezó a complicar, y a partir de allí los grandes medios empezaron a utilizar la cuestión de la inseguridad como herramienta política desestabilizadora o extorsionadora”, apuntó. Desde esos espacios, referenció, “se ocultaba el hecho de que la verdadera causa eran las políticas neoliberales y el desmantelamiento del Estado benefactor, ya que estos grandes medios han sido cómplices y beneficiarios en todos los países de la implementación de las políticas neoliberales de privatización y desregulación”.
Insiste en que para enfrentar la problemática actual delictiva, la única solución es “el abandono definitivo del neoliberalismo”, así como “el avance de la redistribución y de las políticas en beneficio material y cultural de la población”. A juicio del especialista, debe haber una “articulación entre los gobiernos locales y las asambleas barriales para el control de la actividad policial”.
Mediante ese esfuerzo, añade, también se pudiese dar “asistencia concreta a las y los jóvenes entre 15 y 25 años que no trabajan ni estudian, para su incorporación a programas concretos de microemprendimientos, capacitación laboral, regreso a la escuela y actividades sociales, culturales y deportivas que les permitan aprovechar al máximo sus capacidades y energías”.
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