Por Jesús Faría|Dependencia (Opinión)

Con la irrupción del imperialismo, se expanden internacionalmente las relaciones de explotación capitalista. Surgen los centros imperialistas con sus corporaciones trasnacionales y sus estados imperiales, por una parte, y la periferia, donde gravitan las naciones atrasadas, sometidas y dependientes.

Las naciones imperialistas extraen los recursos naturales de las naciones subdesarrolladas, dominan sus mercados, succionan la plusvalía generada por los trabajadores del mundo… Se configura un proceso mundial de acumulación de capital, que concentra el capital y la riqueza del planeta en las naciones desarrolladas.

En lo político, a los Estados nacionales se le limita su soberanía. La maquinaria estatal de las naciones dependientes son portadoras de los intereses de corporaciones extranjeras y sus decisiones muchas veces son el resultado de la coacción imperial.

Uno de los fenómenos más arraigados en la época de la globalización es la transculturización. La dominación se produce aceleradamente en el ámbito ideológico y cultural. La ideología dominante en el imperialismo es la ideología de las corporaciones, estas imponen sus principios y antivalores.

En este contexto, es absolutamente comprensible que las clases económicas dominantes en el capitalismo periférico, así como sus operadores políticos, se caractericen por su dependencia, su subordinación. Por lo general, no tienen intereses o visiones propias, estos son crecientemente expresión de los intereses del imperialismo.

Por ello, cuando se emprende un proceso de liberación nacional como en la Venezuela bolivariana, la lucha antiimperialista tiene como objetivo también a las élites burguesas locales dependientes y decadentes.

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