Este próximo 15 de mayo se cumple un año más de la arbitraria pero más criminal medida que adoptó la entonces recién creada Organización de Naciones Unidas, que en 1948 decidió entregar más del 50 por ciento del territorio palestino para creación, y proclamación del Estado judío de Israel, lo cual ha enfrentado a la humanidad a un plan de etnocidio y exterminio de ese maravilloso y milenario pueblo por parte del sionismo.
Uno de los principales crímenes de esta ocupación, que ha sido cumplida tras la aplicación de un plan nada improvisado, es la expulsión de cientos de miles de familias de su tierra ancestral, ahora hechos millones (cerca de 8 millones) que en la mayoría de los casos viven en campos de refugiados en países vecinos.
Israel, ese Estado creado sobre la sangre del pueblo palestino, en sus diferentes “gobiernos” y con su alianza maquiavélica con Estados Unidos, ha impedido el derecho al retorno de estas familias. Todas las artimañas han sido utilizadas y la excusa de la “seguridad” de sus fronteras es una.
Los palestinos no se fueron de su tierra espontáneamente, el desplazamiento que comenzó en 1948 fue producto de las masacres que los sionistas cometían para aterrorizarlos. Destruyeron pueblos enteros, como quieren destruir a Palestina toda y desaparecerla de la faz y de la memoria de la Tierra.
Por ello hoy, son miles, millones las voces que se unen para reclamar el derecho al retorno. Entre el 11 y el 17 de mayo, incluyendo en Venezuela, muchos serán los encuentros para alzar la voz de quienes saben que mientras no haya paz en la tierra de Jesús de Nazareth -el que nació en Belem- el palestino, la humanidad no podrá vivir tranquila.