Derrumbe del invasor yanqui comenzó con la «Ofensiva del Tet»

45 años de la proeza vietnamita

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La historia nos proporciona cada sorpresa si nos decidimos a hojearla con tranquilidad, como lo podemos hacer en estos días de «primavera» decretada intempestivamente por el tal Covid-19, y no es que nos caiga muy bien este ya familiar virus, que además nos ha ayudado a entender lo que es realmente una guerra no convencional.

Pero la guerra convencional es otra cosa, como la sufrida por el pueblo vietnamita. Detalles y relatos de de esa agresión armada lo podemos conocer de la mano de Đinh Quang Thành (Viet Nam 1975: A Time for Remembrance, editorial Thế Giới). En este libro descubrimos que el 30 de abril de 1975, a las 11:30 am, un tanque de guerra ruso M14, identificado como el número 390, bajo la conducción del oficial Lê Văn Phượng, tras derribar el portón principal del «Palacio de la Independencia» de Saigón, para entonces capital de Vietnam del Sur, había anunciado al mundo que el pueblo vietnamita había derrotado ese día al ejército más poderoso del mundo, a los invasores yanquis, tras 21 años de cruentos combates.

Ese tanque 390, abriéndose paso en las entrañas del poder neocolonial de Saigón, simbolizaba para todo el mundo la victoria de los débiles frente a lo que hasta el momento parecía invencible. Detrás de aquel tanque 390 había penetrado el vehículo militar al mando de Phạm Xuân Thệ, para entones capitán y comandante del Regimiento 66, quien tenía la misión de tomar la Comandancia de la Marina, la emisora del Gobierno títere e izar la bandera rojiazul de estrella amarilla en lo más alto de Palacio, donde además fue detenido el presidente Dương Văn Minh y miembros de su Gabinete.

«OFENSIVA DEL TET»

Queríamos saber más, por ejemplo: cuándo y cómo se inició aquel «camino al calvario o Vía Crucis del imperialismo yanqui, en la tierra de la indomable Indochina. Para ello acudimos a los relatos de Nguyễn Huy Toàn en su pequeño y nutrido libro de 362 páginas Guerra de Liberación (1945-1975), editado por Thế Giới (2010).

El invasor yanqui había sufrido una significativa caída en una vasta zona del sur, donde se desarrolló la «Ofensiva del Tet», entre el 24 de enero y el 23 de septiembre de 1968, que involucró a más de 100 mil efectivos de ambos bandos, quienes se batieron en las calles y montañas de 36 de las 44 capitales provinciales, desde Khe Sanh y Saigón, pasando por Huệ y Đà Nẵng.

Nunca se había visto tantos combates simultáneos en las ciudades más importantes de Vietnam que impactó a la opinión mundial, sobre todo en grandes capitales, entre ellas de Estados Unidos y en Francia, donde humeaba el histórico «Mayo Francés».

Lo cierto es que las fuerzas vietnamitas habían mostrado su potencialidad y capacidad para batirse en cualquier escenario, por más extenso que fuera y no era para menos: Hồ Chí Minh y el genio militar Võ Nguyên Giáp habían diseñado una estrategia, inspirada en sus profundos conocimientos de la historia militar al combinar magistralmente la experiencia del legendario relato del Caballo de Troya (1200 a.C) y de una batalla en Hanoi frente invasores chinos (siglo XVIII), en plena celebración del Tet.

De esa manera, las tropas revolucionarias vietnamitas infiltraron comandos en puntos claves de 36 capitales provinciales simulando marchas fúnebres cuando se celebraba el Tet o fiesta del Año Lunar, temporada en la cual todo el país guarda retiro espiritual, incluyendo a la soldadesca títere, que en su mayoría estaba de permiso. Una vez que los comandos atacaron flancos sensibles, al unísono penetraron miles de combatientes del Ejército Popular.

Tras la debacle, el presidente Lyndon Johnson destituyó al comandante general del tropas gringas en Vietnam del Sur, William Westmoreland, el secretario de Estado Robert McNamara renunció a su cargo y el mismo Johnson desistió de lanzarse a la reelección presidencial. Además fue activada la Conferencia de París para acordar el cese de hostilidades, pero los invasores continuaron con su formato de la diplomacia engañosa, «deshojando la margarita» a la espera de otra oportunidad para golpear.

«DIEN BIEN PHU EN EL CIELO»

En diciembre 1972 Johnson y su «guerra local» había quedado en el camino, al igual que Dwight Eisenhower (la guerra unilateral) y John F. Kennedy (la guerra especial). Le tocaba el turno a Richard Nixon, quien había prometido en su campaña para su reelección presidencial poner fin a la guerra en Indochina, pero una vez instalado de nuevo en la Casa Blanca se quitó la careta y montó con Henry Kissinger la «vietnamización de la guerra», para que los vietnamitas se mataran entre ellos. Aseguró que en pocos días arrasaría con la apacible Hanoi mediante un bombardeo aéreo, apuntalado por un centenar de los gigantescos bombarderos B-52, para la época el orgullo de la Fuerza Aérea estadounidense.

La «Operación Linebacker II» comenzó el 19 de diciembre de 1972 y finalizó el 29 del mismo mes. El balance fue histórico; nunca a la mayor potencia del espacio aéreo le habían derribado tantos aviones (81), entre ellos 34 de los B-52. Hanoi quedó arrasada, como había prometido Nixon, con un saldo de tres mil muertos, pero esa victoria vietnamita, registrada por la historia militar como «Dien Bien Phu en el Cielo», decretó el retiro de las tropas yanquis de toda Indochina (Vietnam, Camboya y Laos).

El 27 de enero del año siguiente, las partes regresaron a la mesa de negociaciones en París donde EEUU se comprometió a respetar la independencia, la soberanía, la reunificación y la integridad territorial de Vietnam. Además, no debía involucrarse en los asuntos internos de Vietnam del Sur. Lo más dramático para los gringos fue la firma del retiro de las tropas, lo cual se cumplió en marzo de 1973: el día 29 partió el último soldado y el resto de asesores.

CAMINO AL DERRUMBE

Como era de esperarse, a pesar de haber retirado sus tropas de la Indochina, Estados Unidos violó gran parte de los acuerdos firmados en París, involucrándose «bajo cuerda» en los asuntos internos del Vietnam del Sur, a cuyo Gobierno títere proveyó de un arsenal militar valorado en 2.670 millones de dólares: 700 aviones, 500 piezas de artillería, 400 tanques y blindados, además de dos millones de toneladas de municiones, de tal manera que el gobierno de Nguyễn Văn Thiệu se convirtió en una gran potencia militar que desconoció el acuerdo de hacer elecciones para definir la gobernabilidad de Vietnam, y por el contrario se centró en perseguir a los comunistas.

Ante la brutal represión, las unidades rebeldes pasaron al accionar clandestino para asumir la resistencia armada como forma principal de lucha política. Prontamente fueron tomando la ofensiva y para mediado de 1974 iniciaron la retoma de territorios desde la provincia de Thượng Đức y para comienzo de 1975, se puede decir que el Frente de Liberación de Vietnam del Sur comenzó a marcar la ruta definitiva para llegar triunfante a Saigón en pocos meses. El quiebre sufrido por las tropas títeres y sus asesores yanquis en la altiplanicie central (Chứ Nghề-Đăk Pét) quedó ratificado el 10 de marzo con el asalto a Buôn Ma Thuột, un punto clave para la defensa de las fuerzas reaccionarias, los levantamientos populares se fueron generalizando en la zona central sobre todo cuando cayó la importante ciudad de Đà Nẵng, donde estaba ubicada la principal base naval del sur. Allí se rindieron 100 mil soldados del gobierno proyanqui. El efecto dominó se llevó por delante a Bình Định, Phú Yên (1° de abril), Khánh Hòa-Cam Ranh (abril 3) y Tuyển Đức día 4. A una semana del desenlace final, las tropas proyanqui habían abandonado la ciudad de Xuân Lộc y el presidente Văn Thiệu se fugó hacia el extranjero.

CAMPAÑA HỒ CHÍ MINH

El sábado 26 de abril de 1975 muy cerca de Saigón-Gia Minh fue activada la «Campaña Hồ Chí Minh» para la toma de los sitios claves de la capital, entre ellos el «Palacio de la Independencia», para izar en lo más alto del edificio la bandera rojiazul de estrella dorada, cual símbolo del triunfo definitivo de la Reunificación de Vietnam, la «Victoria de la Primavera».

La lucha por la Liberación Nacional de Vietnam mostró ante el mundo la brutalidad y el desprecio por la vida de los humildes por parte de las potencias imperialistas, como Francia y Estados Unidos, además de sus aliados del momento: Australia, Nueva Zelanda, Corea del Sur, Taiwan, Tailandia y Filipinas.

MILLONES DE VÍCTIMAS

El saldo es dramático: un millón cien mil mujeres y hombres (de todas las etnias) asesinadas y asesinados; 600 mil inválidos; 300 mil desaparecidos en combate; dos millones de mutilados; dos millones de contaminados con dioxina (Agente Naranja) y 500 mil menores nacidos con malformaciones por efecto de la Dioxina. En Vietnam del Sur, 10 millones de los 18 millones de habitantes fueron víctimas de la guerra yanqui: 500 mil mujeres forzadas a la prostitución, 500 mil a la drogadicción, 50 mil niñas y niños nacidos producto de la violaciones y 370 mil huérfanos.

Solo en el norte, fueron lanzadas dos millones 530 mil toneladas de bombas, disparadas más de 200 mil balas de cañón y plantadas más de 20 mil minas de todo tipo. Quedaron destruidos 350 hospitales; también 1.500 salas de maternidad, arrasadas cinco millones de hectáreas de zonas de viviendas, 491 iglesias y 350 templos y pagodas quedaron destruidas.

Después de leer todo esto, qué dudas nos puede quedar de la heroicidad de ese pequeño país campesino, que para entonces tenía 20 millones de almas, y que hoy con 100 millones se ha convertido en un potencial económico del sureste asiático. Y ellos, los yanquis, con menos víctimas (58 mil) y sin «daños colaterales», perdieron la guerra y quedaron ante el mundo como lo que son hoy, un imperio miserable, que insiste en aislar y someter a países como Irán, Siria, Palestina, Cuba, Nicaragua y Venezuela.

T/ Ángel Miguel Bastidas
F/ *Tomadas del libro Việt nam 1975: A Time for Remember de Đinh Quang Thành
Caracas