La Canalla Mediática | Desconexión (Opinión)

El pasado viernes 16 de enero, en horas de la noche, ocurrió un evento que alteró significativamente el devenir de la cotidianidad venezolana: el servicio de internet presentó una larga interrupción a nivel nacional “debido a labores de mantenimiento”, informó Conatel.

Los que estaban de fiesta, continuaron de fiesta y la pasaron bien aunque no pudieron subir sus fotografías a las redes sociales esa noche. Los que habían hecho caso de las cadenas que a través del PIN y el Whatsapp regaron rumores sobre terribles violaciones al derecho humano de acceder al internet en Venezuela, se quedaron en casa enfurecidos, asustados, revisando compulsivamente las provisiones de enlatados, velas y papel de baño, convencidos de que, ahora sí, en serio y de verdadita, esta revolución terminaría de acabar definitivamente con el país por siempre, ¡y ellos ni siquiera podrían lanzar sus #SosVenezuela por las redes!

En su cómodo apartamento del este de Caracas, una joven pareja se vio forzada a compartir: acostumbrados a llegar a casa e internarse en el ciberespacio, cada uno por su lado, hasta altas horas de la madrugada, aquella noche de infame desconexión se preguntaban qué hacer y decidieron hacer el amor a ver si pasaba pronto el tiempo. Con suerte, al terminar, podrían acceder al Facebook y retomar el curso natural de sus virtuales vidas.

El aislamiento se prolongó hasta la tarde del sábado. Ese día las familias conversaron, se reconocieron y algunas amistades se abrazaron luego de mucho tiempo de darse clicks en lugar de besos. Al regresar el servicio se volcaron en quejas antichavistas. Tuvieron que relacionarse en la vida real, y eso, por supuesto, también era culpa e’ Chávez.

T / Malú Rengifo