Son ya casi 400 años de celebrar el triunfo del bien sobre el mal|Diablos Danzantes de Yare llegaron a Pdvsa La Estancia

Son ya casi 400 años de celebrar el triunfo del bien sobre el mal y este domingo 2 de junio una representación de los Diablos Danzantes de Yare, manifestación religiosa propia del estado Miranda, ofrecieron una muestra de esta tradición del folclor venezolano, en el Centro de Arte Pdvsa La Estancia, en Caracas.

Declarados Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) en diciembre de 2012, los Diablos Danzantes toman las calles de Naiguatá (Vargas), Yare (Miranda), Puerto Cabello y Patanemo (Carabobo), Turiamo, Cata, Cuyagua, Ocumare de la Costa, Chuao (Aragua), Tinaquillo (Cojedes) y San Rafael de Orituco (Guárico) cada jueves de Corpus Christi (nueves jueves después del Jueves Santo).

Sus votos de fe al Santísimo Sacramento y la promesa de bondad a cambio de la resolución de algún problema, casi siempre de salud, dan vida a una tradición que nació en 1747, después de una sequía que afectó al valle de Yare, en el estado Miranda.

Si bien hoy las promesas al Santísimo son, en su mayoría, por el alivio de males de salud de algún familiar o de un amigo, en 1747 la principal petición era salvar al pueblo. Había una intensa sequía, los devotos pidieron con fe que lloviera y cayó una lluvia torrencial.

Tradicionalmente los diablos se quedan fuera del templo hasta que el toque se detiene repentinamente anunciando el momento de «rendir culto y pagar sus promesas». Allí dejan de bailar y se arodillan con la cabeza baja, en señal de respeto ante el Santísimo y sale el sacerdote a bendecirlos.

En la elevación, los danzantes se ponen de pie en actitud alerta, como si fueran a bailar, y se dejan caer al suelo de nuevo. Este gesto simboliza la rendición del «maligno» ante la imagen sagrada. Acto seguido, los nuevos promeseros danzan uno por uno hacia el sacerdote, quien les va preguntando las razones y tiempo de duración de su promesa, hacen un juramento ante el cura y se marchan a visitar las casas de personas enfermas para bendecirlas y propagar el bien por el pueblo.

Fuente/AVN