Por Loel Henríquez|Dialéctica materialista sin prescripción (Opinión)

Nuestro pueblo se apodera cada vez más de las bondades tecnológicas que la Revolución pone al alcance de nuestras manos. Se abarrotan las redes sociales virtuales de millones de opiniones diversas que han posicionado nuestro sistema de gobierno y pensamiento ante el continente en el que vivimos. Muchas veces son opiniones directas y otras son indirectas o sin el argumento o base tangible para afirmar tal situación.

Se ha perdido el debate público, la conversación ideológica entre las esquinas, el café del medio día para hablar del país o la torta de la tarde para hablar bien o mal del trabajo; el tiempo nos ha quitado tiempo y nos hemos transformado en la herramienta que el capitalismo necesita para seguir impulsando el materialismo descontrolado al que nos adaptamos sin preocupación alguna.

Nos adaptamos de tal manera que llevamos la dialéctica al escenario materialista, esto con la excusa de que debemos adaptarnos a los nuevos tiempos y tecnologías, los libros nos los hacen audiolibros, el periódico se transforma en un portal web, el casette, que luego fue CD, ahora es MP3, la conversación telefónica ahora es un WhatsApp, chat o video conferencia. Y así como vamos, llegará el momento -más pronto que tarde- en que nuestra especie ni siquiera tenga que mirarse para sentir compañía.

Apoyamos a un sistema de gobierno más que en la praxis: lo apoyamos a través de las redes, hacemos campañas virtuales y nos llenamos de seguidores con el pretexto de llevar un mensaje ideológico más allá de nuestras fronteras. Lo que no lleva ese mensaje es el calor y sentimiento que una maquina por los momentos no puede crear; pero nos conformamos con emoticonos o caritas predeterminadas para llenar un espacio vacío, como si el amor, la causa humana o la transformación de los pueblos es predeterminado.

Lo decía el presidente y gran pensador José (Pepe) Mujica: “Tenemos que integrarnos por nuestro propio desarrollo. El desarrollo no es solo sumar riqueza, aumentar consumo. No. Es la lucha por la felicidad humana. La única cosa trascendente para cada uno de los seres humanos es la vida. La vida real y concreta, y esta no se puede esclavizar; no se puede perder”.

Tenemos que salir de la oficina, salir de casa; tenemos que sentarnos a comer juntos los unos con los otros y entender que solo juntándonos -que solo unidos como decía el comandante Hugo Chávez- solo así, seremos visibles para los depredadores de la vida que siguen alimentando al capitalismo, mientras nosotros lo ignoramos en la dialéctica materialista diaria que hacemos parte de nuestra vida.

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