Venezuela como economía capitalista presenta un mercado que requiere ser domesticado, aún cuando el capital tiene múltiples mecanismos de escaparse como el agua entre las manos y así aumentar su margen de ganancia, pero no hay que cesar en el empeño hasta domesticar lo más posible el creciente excedente apropiado por la burguesía y la pequeña burguesía, como resultado del proceso especulativo, con el aumento del margen de ganancia.
Es necesario aplicar medidas para domesticar el proceso de circulación del capital en su forma financiera, que deviene en especulación, especialmente con el valor del tipo de cambio, estableciendo una política de impuestos al flujo del capital financiero, aplicando el impuesto a las transacciones financieras.
Este tipo de impuesto ya ha sido aplicado en la economía venezolana, entre el año 2007 y 2008, con una tasa de 1,5% sobre todas las transacciones financieras realizadas por empresas, pero habría que incluir a transacciones financieras de particulares, para regular las transacciones financieras de la pequeña burguesía, no constituida en persona jurídica.
Una forma adicional para disciplinar los precios domésticos es vincular la política salarial al comportamiento de los precios, para así mantener el poder adquisitivo de los trabajadores y domesticar la tasa de ganancia, para que la burguesía y la pequeña burguesía tengan claro que las ganancias extraordinarias obtenidas por la variación de precios les serán reducidas por aumentos de salarios que tienen que pagarse de forma adelantada al inicio de la jornada laboral, lo cual se justifica porque el trabajador financia al burgués, porque produce valor y cobra después.
Los ataques de la burguesía a la clase trabajadora deben ser respondidos institucionalmente y con las luchas populares, como forma de actuar eficientemente en la confrontación de clases.
La pasada derrota electoral debe ser respondida con formas de luchas innovadoras, para transformarla en victorias del pueblo-clase trabajadora.