Dulce de leche, tradición culinaria de Mérida en Semana Santa

El dulce de leche, entre otras golosinas típicas, es uno de los bocadillos de la tradición culinaria de Mérida, que cada Semana Santa sirve para agasajar a los visitantes en contexto del asueto, un intermedio en la rutina de trabajo, que es ocasión para el encuentro familiar y las conversaciones.

Su elaboración en tierras merideñas data de tiempos de la colonia, afirma el Catálogo del Patrimonio Cultural Venezolano, publicado en 2007 por el Ministerio del Poder Popular para la Cultura.

“Desde tiempos de la colonia Mérida era una ciudad famosa por su dulcería. De aquellos tiempos, se recuerdan los dulces que hacían las monjas del convento Santa Clara”, siendo el dulce de leche uno de los protagonistas, en la repostería típica, recopila el extenso volumen.

La actual preparación de este bocadillo breve y de sabor concentrado, difiere por poco de la otrora elaboración artesanal con leche recién ordeñada. Supone hervir medio litro de leche pasteurizada con medio kilo de azúcar, revolviendo constantemente. En otro cuenco, se bate 02 tasas de leche en polvo, medio litro de agua y unos 250 gramos de maicena.

Luego, se vierten ambos preparados en un caldero y se bate con cuchara de palo hasta que espese, para dejar que enfríe, al tiempo que se amasa. Finalmente, se hacen bolitas y a cada una, se le coloca un clavito aromático. Suelen dejarse de color blanco, pero también hay quienes prefieren pintarlas.

En la contemporaneidad la elaboración del dulce de leche ha tornado en un oficio artesanal y en los mercados, terminales y sitios turísticos se venden estos bocadillos.

El dulzor gastronómico local persiste en la Semana Santa contemporánea. Y en el rastro de la cocina típica, están las manos curtidas de abuelos y artesanos, que por oficio, mantienen viva la tradición de agasajar al visitante.

T/AVN
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