Earle Herrera destacó que la discriminación racial lo impulsó a crear mediante la literatura

El homenajeado de la Feria Internacional del Libro Venezuela 2020 aseguró que un día se dio cuenta de que haría menos daño a la humanidad con una pluma que con un bisturí

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Earle Herrera, periodista y escritor venezolano homenajeado en la edición número 16° de la Feria Internacional del Libro (Filven) 2020, destacó este domingo que la discriminación racial que vivió cuando niño en los campos petroleros de El Tigrito, estado Anzoátegui, lo impulsaron a crear literatura.

«Sentí la discriminación en los campos petroleros, teníamos prohibido pasar a sus espacios, que estaban cercados. Los gringos en los campos botaban sus revistas y yo las agarraba y me imaginaba lo que decían aquellos personajes y les leía esos cuentos a mis hermanos, y por esa vía de las comiquitas llegué a los cuentos», comentó en el programa Aquí con, conducido por el periodista y ministro de Cultura, Ernesto Villegas.

Contó que desde pequeño su mamá, doña Ana Rosario Silva de Herrera, apreciaba y valoraba su talento. Él le escribía discursos sindicales, para luego pasar cada año a ser el escritor oficial de los Testamentos de Juda, en los que recurría al humor para burlarse de los grandes personajes de su pueblo.

También escribió los decretos de las fiestas carnestolendas y hasta uso los pasajes de la Biblia, que le relató en algún momento un testigo de Jehová.

«Esto me fue llevando hacia la literatura, por una parte sindical, bíblica, mundana y pagana, más una cuarta vía que me despertó la imaginación, como los campos petroleros», indicó.

Se tituló como comunicador social en la Universidad Central de Venezuela (UCV), donde se desempeñó como profesor luego del llamado de su profesor en la cátedra de Periodismo Interpretativo, y posterior director de la escuela, Federico Álvarez.

Recordó que durante su ejercicio como periodista en diversas áreas, que inició en la fuente de economía, ganó premios en la Cuarta República, tiempos en los que recibió hasta un telegrama con la felicitación del presidente Luis Herrera tras recibir el Premio Nacional de Periodismo.

ESCRIBIR BONITO

Earle José Herrera Silva es el quinto de nueve hermanos, hijo de un obrero petrolero y una enfermera sindicalista, quien lo acercó a las letras al encargarle la misión de escribir los discursos que ella leería cada 1 de mayo en la celebración del Día del Trabajador.

“Mi madre era una mujer que sacó el sexto grado junto conmigo. Cuando yo tenía 7 años ella empezó a estudiar primaria, ella sabía leer y escribir, pero venía del campo y se puso a estudiar. Ella veía cómo yo escribía, sin ser ninguna crítica literaria, y me dijo: ¿por qué tú no escribes el discurso del primero de mayo?”, explica.

Luego, sus vecinos supieron de su destreza para lo que llaman “escribir bonito”, y le asignaron tareas cruciales en los pueblos del interior del país: redactar el Testamento de Judas, los decretos reales de la reina del Carnaval y hasta los del Rey Momo. “Por ahí entré al humor”, recuerda el periodista.

Tiempo después, una vecina que era testigo de Jehová lo quiso convertir y empezó a leerle pasajes de la Biblia, que absorbió como si se tratará de una serie de cuentos. “La literatura me empezó a llegar por tres vías: una parte sindical, que era bastante antipoética, una parte bíblica y una parte mundana o pagana, como los Carnavales y las fiestas patronales”, cuenta el escritor. Sin embargo, la cuarta vía fue crucial para él: los campos petroleros de San Tomé en El Tigre, estado de Anzoátegui.

LAS LETRAS COMO MEDICINA

Earle Herrera recuerda a quienes le impartieron clases en la Escuela de Comunicación Social de la Universidad Central de Venezuela. Sin embargo cuenta que antes de ingresar a esta carrera intentó ser médico para complacer los deseos de su madre.

“Mi mamá, como enfermera, idealizaba la figura del médico (…), quería que su hijo fuera médico, de pequeño me vestían con una bata blanca, y yo estudie dos semestres de Medicina, pero llegó un momento en que me di cuenta que yo le iba a hacer menos daño a la humanidad con una pluma que con un bisturí, y como yo no quería hacerle daño a la humanidad me retiré y me vine a Caracas a estudiar periodismo”, en el año 68, recordó.

Pero la mamá del también constituyente tuvo la oportunidad de ver que un nieto, uno de los dos hijos de Herrera, se graduó de médico como ella quería. Aunque el otro siguió por las filas del periodismo y la guitarra. Cuando Earle los ve, siente orgullo, pero también el peso del calendario: “El tiempo ha pasado y el muchachito que tú llevabas al colegio ya es bachiller, licenciado y, bueno, sientes que te está tocando la hora del retiro del guerrero”.

No obstante, Earle aún es muy joven y un eterno aprendiz. Dio clases 27 años en la UCV. Empezó a los 26 cuando ganó, entre nueve contrincantes y con 19,5 puntos, el concurso para ser profesor: “Yo dije que sí, yo no sabía lo que estaba haciendo, pero dije que sí, además yo necesitaba trabajar”.

EL HOMENAJE DE HOY

Hoy Earle Herrera es nada más y nada menos que el escritor homenajeado en la Feria Internacional del Libro de Venezuela (Filven) junto a Aquiles Nazoa, a quien tanto admira. “Él es maestro y yo soy alumno, yo soy su discípulo, un eterno seguidor de Aquiles desde mis años de bachillerato, y estar aquí en la Filven homenajeado como escritor pues es algo que me impresiona, me impacta y como ser humano no deja de enorgullecerme”, aseveró.

Entre ambos escritores hay una diferencia de edad de unos 30 años, pero Earle alcanzó a ver a Aquiles en el programa Las cosas más sencillas en VTV y también vivió sus presentaciones en la UCV. “Aquiles era uno de los pocos poetas, eso lo destaca Ludovico Silva, que llenaba el Aula Magna, porque generalmente se ha dicho que la poesía es de minorías (…) y los actos con los poetas son íntimos, pero en el caso de Aquiles era un fenómeno, era él conversando con un público de 2.000 personas, que lo escuchaban entre el aplauso, la risa y el silencio”, recuerda el cronista.

Para Earle Herrera Aquiles fue un ser extraordinario como expositor, poeta, conferencista y como titiritero, que llevaba una cantidad de muñecas de trapo, piedras de amolar, máquinas de coser y demás utensilios a cada una de sus exposiciones. Por eso se hizo merecedor del calificativo de poeta “popular”.

“En la poesía hay muchos calificativos, en las artes en general, pero decirle ‘poeta popular’ a Aquiles no creo que lo ofendiese. Todo lo contrario, él quería que su poesía llegara a todas partes, esa era la aspiración de los surrealistas cuuando André Bretón dijo que la poesía está en la calle. Pero los surrealistas hacían una poesía un poco hermética, difícil de entender, pero Aquiles sí logró que la poesía estuviera en la calle”, considera.

Para este cronista los poetas populares de Venezuela son Aquiles Nazoa y Andrés Eloy Blanco, quienes escribían textos que andaban de boca en boca. Ambos rescataron buena parte de la caraqueñidad y la venezolanidad de sus tiempos. Y seguramente muchos que aún no lo conocen, en unos años descubrirán que Earle Herrera también ha sido una pieza vital de ese mismo rompecabezas.

TyF/ Prensa MPPC-AVN
Caracas