Por Pablo Fernández B|Educando en revolución (Opinión)

Con una innegable carga de emociones y sentimientos acumulados en todos los participantes el auditorio del Liceo Fermín Toro de Caracas fue testigo de la graduación de una nueva promoción de bachilleres de la República; jóvenes egresados de esa casa de estudios que, con el transcurrir de los años, se ha convertido en un símbolo innegable de las transiciones que ha sufrido la educación venezolana a lo largo de varias décadas.

Muchos rememoran los tiempos de gloria de este liceo capitalino, en donde se formaron grandes mujeres y hombres de la patria. Lamentablemente, la oscuridad producto del abandono y la desidia de viejos gobiernos pasados, llevó a este emblemático liceo a la pérdida de la calidad educativa y a convertirse en un triste referente de los efectos del capitalismo en la educación venezolana, en la que ganaron espacio la violencia estudiantil y diversas formas de delincuencia que se adueñaron de la dinámica escolar, perturbando el legítimo derecho a la educación de muchos jóvenes venezolanos que transitaron por sus aulas.

El año pasado el Gobierno Bolivariano se dispuso a recuperar definitivamente esta institución para sus legítimos usuarios, estudiantes de la patria que merecen y desean progresar en conocimiento y formación para ser ciudadanas y ciudadanos de bien.

La tarea no fue fácil: hubo que enfrentar mafias enquistadas que habían convertido a ese liceo en una plaza de venta de drogas y territorio de violencia, con la complicidad de muchos y la pasividad de otros tantos. Solo el trabajo mancomunado y consistente logró el objetivo. Se tuvieron que tomar decisiones difíciles pero necesarias, para que hoy el Liceo Fermín Toro vuelva a ser un centro de estudios encaminado a retomar su carácter de modelo educativo. El deporte y la cultura se volvieron a adueñar de sus espacios; una plantilla profesoral renovada y comprometida ayuda a marcar la diferencia, junto a una comunidad que comenzó a recuperar su rol protagónico en el cuido y la defensa de la institución donde estudian sus hijas e hijos.

Ese esfuerzo mantenido “con método y mucho amor”, como diría nuestro compañero ministro Héctor Rodríguez, permitió que este 27 de julio 64 estudiantes culminaran con éxito su bachillerato y se encaminen ahora a proseguir sus estudios universitarios.

La esperanza cimentada en el trabajo diario le ganó una batalla más al abandono y a los vicios que aún perduran en este sistema capitalista que intentamos superar.

pabloefb@yahoo.com