“El agua subterránea se va juntando en el interior de la tierra como las fuerzas de un pueblo convertido en ejército: invisibles en la paz, pero disponibles siempre como fuente de poder contra el peligro”. Así es pueblo revolucionario: un ejército que crece ante la adversidad.
“El ejército requiere perseverancia y un hombre fuerte. Ventura sin falta”, me respondió el I-Ching, antiquísimo oráculo chino, cuando, preocupada por la terrible amenaza que recae sobre nuestra patria de libertadores y justicia social, le hice la consulta: ¿cuál es el destino de Venezuela para los próximos meses?
Ni miento, ni tengo poderes mágicos, por eso al recibir respuesta tan contundente, decidí que debía compartirla con ustedes.
“La masa, para convertirse en ejército, requiere organización. Nada se puede lograr sin una firme disciplina. Mas esta disciplina no se obtiene a la fuerza ni con medios violentos, sino a través deun hombre fuerte al cual se vuelquen los corazones y despierte entusiasmo. Este, para poder desplegar sus dotes, requiere de la confianza total de su soberano mientras dure la guerra, y deberá cuidar de que en medio de la pasión guerrera y de la embriaguez del triunfo no se produzcan hechos injustos que no merecerían la aprobación general”, dijo el oráculo.
Tal respuesta solo podría resumirse en esas bellas cuatro palabras que nos enseñó el comandante Hugo Chávez, “unidad, lucha, batalla y victoria”. Por eso hoy manifiesto mi apoyo y solidaridad con el presidente Nicolás Maduro y con todo el pueblo venezolano.
Tenemos una causa justa: soberanía y libertad para nuestro pueblo, para que los niños de hoy sean adultos libres dentro de unos años. Y por justos tenemos la victoria asegurada. Vamos pa’ lante, camaradas. Viviremos y venceremos.