Violentos choques armados entre musulmanes sunitas y alawitas resurgieron en la ciudad norteña libanesa de Trípoli donde el Ejército realizó este lunes un masivo despliegue de tropas para contener la violencia, que ha costado cuatro vidas.
Fuentes militares y sanitarias coincidieron en mencionar que medio centenar de personas han sido heridas tras ser atrapada en el fuego cruzado o por disparos de francotiradores.
Los combates comenzaron el domingo y se reanudaron este lunes después de algunas horas de calma en la línea imaginaria que divide los barrios de Bab el Tabaneh, en el que residen musulmanes sunitas, y el de Jabal el Mohsen, habitado por alawitas.
Los primeros apoyan a los grupos armados que tratan de derrocar por la fuerza al presidente sirio, Bashar al Assad; los segundos, defienden la permanencia del mandatario.
El estallido de los combates coincidió con el anuncio de la recuperación por las tropas leales sirias de la ciudad de Qusayr, próxima a la frontera con El Líbano, donde los grupos armados desde el exterior que combaten en Siria recibían hombres y pertrechos procedentes de este pequeño país levantino.
En agosto pasado los mismos protagonistas escenificaron violentos combates armados que hicieron temer por una explosión de violencia en esta capital, donde el mandatario sirio tienen opositores y seguidores, los que han resurgido de manera intermitente.
La erupción de violencia complica aún más el arduo proceso en curso para encontrar una fórmula que permita la celebración de las elecciones legislativas, cuyo destino es ignoto debido a las discrepancias sobre la ley que regirá el sufragio en el cual se elegirán los 128 miembros del parlamento unicameral.
El domingo, el presidente del parlamento libanés, Nabih Berri, suspendió la sesión del subcomité que examina el tema debido a la imposibilidad de llegar a una salida al estancamiento.