El Correo del Orinoco fue el registro de un amanecer grandioso

En 1822 se editó el último ejemplar de este pionero del periodismo revolucionario y patriota que acompañó la gesta independentista hasta el fin de la guerra en suelo venezolano. A lo lo largo de sus más de tres años de existencia se publicaron 49 proclamas, 18 bandos, 44 partes de guerra, 19 informes oficiales, 12 boletines, 11 discursos, 9 ensayos, 139 cartas, 4 poesías, 37 comunicaciones de otros medios de comunicación y 16 notas y avisos
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El 23 de marzo de 1822 se publicó, con el número 128, la última edición del Correo del Orinoco, cuyo impresor era para el momento Guillermo Burrel Stuart. El periódico se editaba entonces en el sótano de la casa donde deliberó el Congreso de Angostura, ubicada frente a la Plaza de la Catedral, hoy plaza Bolívar.

Del periódico circularon, luego de tres años y nueve meses, 133 números, de los cuales 5 correspondieron a tirajes extraordinarios.

Guillermo Burrel Stuart estuvo a cargo de la impresión desde el número 100 hasta el 128. Stuar había sustituido a Thomas Bradshaw, quien imprimió desde el 92 hasta el 99. Luego el taller fue mudado desde su sede inicial, en la casa de los Cornieles, hasta la casona de la plaza. En una primera etapa, el periódico de cuatro páginas, se diseñaba a dos columnas. Después, desde el número 12 en adelante, a tres columnas.

Bradshaw ocupó el puesto dejado por Andrés Roderick, impresor del Supremo Gobierno y responsable de las ediciones desde el primer número hasta el 91. En enero de 1821, Roderick recibió la orden de trasladarse con todo e imprenta a Cúcuta, para entonces capital provisional de la recién creada Gran Colombia. La crónica histórica refiere que Roderick no se llevó la imprenta por presiones locales y se quedó en Maracaibo, donde había llegado una nueva imprenta comprada en Estados Unidos; después se marchó a Bogotá.

La gesta informativa del Correo del Orinoco, su aporte a la causa de la independencia venezolana, y como órgano pionero del periodismo revolucionario, no tiene parangón en la historia venezolana, de acuerdo a testimonios de quienes se han ocupado de analizar el papel del periódico creado por Simón Bolívar.

Análisis de su contenido refieren que a lo largo de sus más de tres años de existencia se publicaron 49 proclamas, 18 bandos, 44 partes de guerra, 19 informes oficiales, 12 boletines, 11 discursos, 9 ensayos, 139 cartas, 4 poesías, 37 comunicaciones de otros medios de comunicación y 16 notas y avisos.

El periódico, como documento de primera mano sobre las corrientes y debate de la época, aborda un polémico asunto cuyo debate trasciende a nuestros días. Se refiere a la libertad de imprenta y sus límites. En el número 36, del 7 de agosto de 1819, se inserta un artículo referente a este derecho que se incluirá en el proyecto de constitución (de la Gran Colombia).

“El derecho de expresar sus pensamientos, y opiniones de palabra, por escrito, ó de cualquier otro modo, es el primero y más estimable bien del hombre en sociedad. La misma ley jamás podrá prohibirlo; pero tendrá poder de señalarle justos límites, haciendo responsables de sus impresos, palabras y escritos a las personas que abusaren de esta libertad, y dictando contra este abuso penas proporcionales”, indica el texto

recisamente en el número 121 del 8 de diciembre de 1821 el Correo del Orinoco publicó la Ley sobre la Libertad de Imprenta sancionada por el Congreso General de Colombia reunido en la Villa del Rosario de Cúcuta el 14 de septiembre de 1821. Este congreso tendría la responsabilidad de dictar una constitución para el nuevo Estado.

La ley que pone límites a los abusos de la libertad de expresión, señala que se calificarán con las notas de obscenos o contrarios a las buenas costumbres, la publicación de “escritos que ofendan la moral y decencia pública”, mientras que se calificarán con la notas de “libelos infamatorios”, aquellos escritos que vulneren la reputación o el honor de alguna persona, tachando su conducta privada”.

Las sanciones contemplan multas de hasta 300 pesos y seis meses de prisión para los culpables de difamación y de 500 pesos y prisión de hasta 12 meses para los autores de escritos obscenos .

Julio Febres Cordero en su libro Historia del Periodismo y de la Imprenta en Venezuela, publicado por la Academia Nacional de la Historia, recoge la expresión de “El Constitucional caraqueño”, medio de la época, para resaltar la trascendencia del semanario impreso en Angostura:

“… el Correo del Orinoco ganó más batallas, hizo más prosélitos que las memorables jornadas de nuestra guerra de independencia”.

DE ANGOSTURA A CÚCUTA

Las imágenes de la Angostura del siglo XIX muestran una ciudad de robustas edificaciones montadas sobre un cerro y unas cuantas embarcaciones en las aguas del Orinoco.

El naturalista alemán Alejandro de Humboldt, quien pasó por Angostura en 1800 acompañado por Bonpland, apuntó algunos rasgos de la ciudad:

“…está adosada a una colina pelada, de hornablenda pizarrosa; las calles son rectas, y en su mayoría discurren en una dirección paralela al río . Muchas casas están construidas sobre la roca desnuda… Las casas de Angostura son altas, agradables y, en su mayoría, de piedra”.

Américo Fernández, cronista de Ciudad Bolívar, afirma que la ciudad fue construida en la parte más angosta del Orinoco desde 1764 en sustitución del antiguo poblado Santo Tomás de la Guayana, fundado en 1595 por Antonio de Berrío, en el lugar donde hoy están los castillos San Francisco y el Padrastro, en el Bajo Orinoco.

“ Angostura prácticamente era el cerro llamado la colina del Vigía. Era una ciudad con siete calles. Mientras la ciudad fue colonial y se mantuvo estancada. El auge de Angostura arranca a partir de 1818, 1819, cuando comienza a evolucionar como puerto receptor y exportador de lo que se producía en todo el arco sur del Orinoco. De aquí se exportaba hacia las Antillas. Del exterior llegaba la mercancía que luego se distribuía al resto del país por los ríos del eje Orinoco-Apure. Desde la colonia aquí estaban instalados los Dalla Costa, que era una de las casas mercantiles más poderosa, después vinieron los Blohm, los Dalton (ingleses). Las mansiones eran de barro y piedra, con mezcla mulata, teja, ladrillos, piedras, maderas de la selva. Esas mansiones que parecen fortalezas se construyeron a partir de 1848”, señala el cronista en anterior reseña periodística.

Luego del triunfo de Carabobo que sella la independencia de Venezuela, el centro e interés político y militar se traslada a la Nueva Granada. La capital provisional de Colombia se instala en Cúcuta . Posteriormente, Bolívar y su ejército libertario se desplazan a Ecuador y Perú. Angostura deja de ser el corazón de la causa independentista.

Américo Fernández aclaró en pasada oportunidad que al cierre del Correo del Orinoco, años después la imprenta fue cedida por el Gobierno al tipógrafo veneciano José Cristiano Vicentini. Para 1870 los talleres de Vicentini pasaron a manos de Juan Manuel Sucre, sobrino del Gran Mariscal de Ayacucho. Finalmente la imprenta, rebasada por la tecnología, quedó obsoleta. A principios del siglo XX, la prensa local denunció que la imprenta se hallaba arrumada en una casa de la calle Dalla Costa. Desde allí la rescató Agustín Suegart, director de El Luchador. Luego sus descendientes la donaron al historiador Bartolomé Tavera Acosta, quien la entrega al gobernador Arístides Tellería en 1911 y luego este la envía al Museo Nacional de Historia, en Caracas. En 1973, la imprenta fue ubicada en el Museo de Ciudad Bolívar. “Desde entonces es exhibida en la misma sala de la vieja casona estilo colonial de José Luis Cornieles, donde había sido instalada en 1817, sede además del Museo de Angostura, antes, Museo de la Ciudad”, indica la historiadora Hildelisa Cabello Requena, en su libro El papel protagónico de Guayana en la independencia suramericana 1817-1821.

El historiador Pedro Grases en su estudio sobre el Correo del Orinoco concluye que el eco del periódico bolivariano se extendió por toda América.

“Empezó el Correo”, afirma, “cuando Colombia era pura ilusión, y al finalizar la existencia del periódico las tierras libres estaban ya bañadas por tres mares: Atlántico, Caribe y el Pacífico. El Correo del Orinoco es el registro de este amanecer grandioso de una república que se incorporará para siempre en la historia. El eco que tuvo por todos los países, desde México y Estado Unidos hasta Chile y Buenos Aires, así como la repercusión en Europa, es prueba evidente de que alcanzó los fines que se proponía”.

T/ Manuel Abrizo
F/ Luis Franco, archivo CO