El gesto salvador del enemigo: dos soldados de la guerra Irán-Irak se reencuentran en Canadá 30 años después

La guerra que enfrentó a Irak e Irán entre 1980 y 1988, iniciada por el presidente iraquí Sadam Husein, convencido de una fácil victoria contra un país en fase posrevolucionaria, se convirtió en un largo conflicto cuando Irán se defendió atacando. Murieron casi 1,5 millones de personas. En esa contienda, las trayectorias de dos soldados enemigos se cruzaron en un búnker –uno salvó la vida del otro–, y treinta años después volvieron a cruzarse por un vuelco del destino en un país lejano, Canadá. Su extraordinaria y conmovedora historia fue filmada por la directora canadiense Ann Shin en el documental My enemy, my brother (mi enemigo, mi hermano), que fue proyectado anteayer en la embajada de Canadá. “En esta historia se ve cómo la humanidad puede superar sus diferencias políticas y religiosas; revela la relación entre dos antiguos enemigos, y muestra que es posible curarse y redimirse”, dijo Shin.

El iraquí Najah Aboud tenía 19 años cuando fue movilizado por el régimen de Sadam Husein para la ofensiva contra Irán; trabajaba en un restaurante y su novia estaba embarazada. El iraní Zahed Haftlang, a quien su padre maltrataba, huyó de casa con 13 años para alistarse; entonces Irán reclutaba incluso a niños.

En la batalla de Khorramshahr, Najah yacía herido entre cadáveres dentro de un búnker. Zahed entró, y notó que uno de los soldados estaba vivo. Le rebuscó en el uniforme, y halló un Corán y una foto de la novia. El niño soldado decidió salvar a su enemigo; le escondió y le asistió. Al final, Najah recaló en un hospital iraní, y estuvo 17 años preso en Irán. Zahed fue capturado y pasó dos años en prisión en Irak.

Najah Aboud y Zahed Haftlang en una imagen del documental
Najah Aboud y Zahed Haftlang en una imagen del documental (Fathom Film Group)

Gracias a familiares emigrados que le reclamaron en el caso de Najah, y porque llegó al país como marinero en un barco en el caso de Zahed, ambos acabaron en Canadá. Zahed, traumatizado por la guerra y aquejado de depresión, acudió a una oenegé para supervivientes de torturas. Ese día, Najah llevó en coche a su hermano a ese mismo centro. En la sala de espera, conversaron:

-“Soy iraquí”

-“Yo soy iraní”

-“Soy veterano de guerra”

-“Yo también”

-“Estuve en la batalla de Khorramshahr”

-“Yo también”

-“Fui herido y me salvó un chiquillo”

-“¿Llevabas un Corán y una foto de tu novia, y estabas herido en un brazo?”

-“Sí, ¿cómo lo sabes?”

-“Ese niño iraní era yo”

En el documental, ambos se dan la réplica en su inglés de inmigrantes, mientras narran de modo atropellado el increíble reencuentro casual en aquel consultorio canadiense, en el que terminaron llorando y abrazándose. “Leí un reportaje sobre ellos en una revista de Vancouver, y me dije que tenía que filmar su historia; les conocí en el 2012”, recuerda Ann Shin.

En el documental, ambos hombres viajan a Oriente Medio, para intentar localizar a la antigua novia de Najah y a su hijo, y también al padre de Zahed. Coproducida por Fathom Film Group y Think-Film Impact Production (TFIP) y concluida en el 2014, la cinta tiene una versión de 16 minutos y otra más larga de una hora. “En TFIP participamos en proyectos fílmicos en torno a causas sociales positivas, para que tengan el mayor impacto social y político posible e influyan en el público más allá del cine”, argumenta Danielle Turkov, fundadora de la compañía. Con ese esquema, proyectarán pronto My enemy, my brother en el museo Humanity House de La Haya y en dependencias de la ONU en Ginebra.

Los dos protagonistas, que fueron enemigos por decisión de terceros, son ahora ciudadanos canadienses, y grandes amigos. “Najah se ha convertido en el apoyo de Zahed; se han cambiado las tornas, él es ahora el salvador –cuenta la directora, emocionada–. Najah estuvo 17 años prisionero, pero tiene un corazón cordial; Zahed fue a la guerra siendo niño, y se ha llevado el trauma, aún tiene que acabar de curarse”.

F/lavanguardia.com
F/Robert Steel – Fathom Film Group
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