El Hospital Cardiológico Infantil arriba a 16 años palpitando en el corazón de los venezolanos

En 1998, cuando Hugo Chávez triunfa en las elecciones presidenciales, en Venezuela se realizaron 141 operaciones de niños y niñas en el área de la cardiología infantil en los sectores público y privado. Si se coloca esa cifra de intervenciones como promedio en 40 años de la Cuarta República se obtendría un total de 8.000 intervenciones. Ahora, el Hospital Cardiológico Infantil Latinoamericano Doctor Gilberto Rodríguez Ochoa ha practicado, en 16 años de fundado, un total de 16.464 intervenciones, lo cual evidencia el contraste entre dos épocas nítidamente distinguidas, y la importancia que este centro médico, ubicado en Montalbán, Caracas, ha tenido para niños y niñas venezolanas, sobre todo de las clases populares, que nacieron con alguna patología congénita.

Además de este balance y cálculo realizado por la doctora Isabel Iturria, médica directora de este centro hospitalario construido por el comandante Chávez e inaugurado el 20 de agosto de 2006, otra cifra bastaría para dejar frío a quienes no consiguen nada positivo en estos años de revolución: una operación como las que rutinariamente se hacen a diario en el Cardiológico Infantil costaría, dependiendo de la complejidad, entre 30.000 a 80.000 dólares en cualquier centro privado del exterior, pero en Venezuela es gratis, con bloqueo económico, medidas coercitivas de Estados Unidos, con problemas con los insumos, carencia de repuestos, además de la pandemia de Covid-19.

A punto de arribar a 16 años el próximo sábado, entre el ajetreo de las actividades conmemorativas y la satisfacción de llegar a tal fecha, en el cardiológico se observa por estos días una especie de corre corre y de actividad organizativa a fin de poner todo a punto.

“En este aniversario aprovechamos para relajarnos un poco. Hicimos nuestra cardiocaimaneras, competencias con 15 equipos de basket, voleibol; más de 50 personas estuvieron bailando al mismo tiempo. Esta semana y las dos precedentes han sido de alegría compartida, de celebrar juntos estos 16 años por el corazón de un pueblo”, señala Isabel Iturria al Correo del Orinoco.

Este año, dice la doctora, ha sido como siempre un año de dificultades. Dificultades que parecen no terminar nunca y que imponen nuevos retos. En el caso de Venezuela estas dificultades se multiplican por millones, ya que a las reales, como la pandemia que afecta a todo el mundo en el área de la salud y la economía, se suman el crecimiento de las inequidades y el aumento de las ganancias económicas de algunos sectores que se lucran con las enfermedades y el sufrimiento de los demás.

“Pero en Venezuela hemos tenido, además, el golpe continuado del bloqueo, el golpe continuado de esas medidas de obstrucción al desarrollo y crecimiento de los pueblos, impuesto por Estado Unidos y seguido por otras naciones que uno no entienden que se plieguen a obstaculizar el que se entreguen insumos para atender a niños con cardiopatías congénitas, o por qué se pliegan a obstruir la utilización de los recursos del pueblo venezolano, que están siendo robados en otros países a través de la confiscación ilegal de dinero en bancos, de oro en reservas, de robo de empresas en el exterior”, asienta Iturria.

En el caso de la institución, la arremetida imperial contra nuestro país ha afectado la adquisición de insumos, de repuestos y de lo necesario que se requiere para hacer una cirugía cardiaca pediátrica. Muchos de estos requerimientos el Estado venezolano ha tenido que traerlos como si se tratara de productos de contrabando.

“Parece que el tráfico de armas, el envío de armas para matarse unos a otros está muy bien, pero lo que llega en bandeja de circulación extracorpórea, oxigenador, repuestos para los equipos, eso tiene que ser hecho a través de intermediarios que prácticamente oculten cuál es el destino final de los insumos. Ha sido un esfuerzo muy grande de la Presidencia de la República para poder mantener al día los insumos requeridos para seguir operando niños y niñas del Cardiológico Infantil”, observa Isabel Iturria.

Pero a pesar de este cuadro de dificultades, Iturria muestra cifras alentadoras. “Ya llegamos”, refiere, “a 16.464 intervenciones en el Cardiológico Infantil, desde ese 20 de agosto de 2006, cuando el comandante Chávez abrió estos espacios para la salud, para la vida de los niños de toda Venezuela y de otros países latinoamericanos. En este año llevamos 280 intervenciones, hasta el día de hoy (ayer), cardiovasculares pediátricas, lo cual no es poca cosa. Hemos hecho un esfuerzo muy grande para mantener un buen número de pacientes intervenidos, pero además hemos podido avanzar y ofrecer cirugía en recién nacidos, que estaba resultando muy difícil en años anteriores. Hemos podido volver a iniciar algunos casos de cirugía neonatal, con resultados satisfactorios. Seguimos avanzando con el equipo de trabajo del Cardiológico Infantil y junto con los médicos y médicas de los centros cardiovasculares infantiles regionales, hospitales públicos del país, que son los que captan a los pacientes, los manejan desde el punto de vista médico, los optimizan hasta el momento que los podamos operar”.

-¿Este año con cuántos intervenciones podrían cerrar?

-Yo creo que vamos a estar por encima de las 450 para finales de este año. Ese es nuestro deseo y haremos todo el esfuerzo para lograrlo. Entendemos que quienes se encargan de aportarnos los insumos y ayudarnos a que podamos seguir adelante con los materiales, están haciendo también ese esfuerzo extremo para poder tener todas las cosas necesarias a tiempo.

Cifras de ayer y hoy

Agrega Isabel Iturria que en 2022, como todos los años anteriores, se realizará el Congreso de Cardiopatías Conjuntas, que en años recientes, por la pandemia, se hizo en modo virtual. Este año se hará en modalidad mixta, virtual y presencial.

En esta edición, los médicos especialistas de todo el país y los cursantes de posgrado discutirán sobre la actualización de la Guía Práctica de Cirugía Cardiosvascular, que es un pequeño libro abierto cuando se fundó el hospital y que es la pauta del Ministerio de Salud para el manejo de pacientes con cardiopatías congénitas en todo el país. Este libro va a ser enriquecido con la experiencia de estas 12.400 intervenciones en 16 años y además consensuado, discutido con los estudiantes de posgrado y demás cardiólogos infantiles del país para asegurar que todos juntos hablen el mismo idioma en el manejo de los pacientes con cardiopatías congénitas. La actividad es gratuita y se ofrece hospedaje a los que vienen del interior del país.

-¿Cuánto le costaría a una persona el servicio que se da aquí?

-Calcular el todo sería imposible porque algunas cosas que hacemos aquí no se las dan nunca en clínicas privadas, como el alojamiento del papá en la residencia hospitalaria. Una cirugía cualquiera cardíaca, pediátrica, sin estos servicios adicionales, está por el orden de los 30.000 dólares, eso en Venezuela. En otros países puede estar en 50, 60, 80 mil dólares, dependiendo de la complejidad de la cirugía. Una cirugía neonatal, una cirugía para transposición de grandes arterias, que hicimos hace poco a una paciente que nos llegó desde Valle de la Pascua, puede costar 80.000 dólares en cualquier lugar del mundo. Son montos que están no solamente fuera del alcance de los sectores populares, sino fuera del alcance de la clase media e incluso de quienes más recursos económicos poseen.

-Aquí hay todavía quienes acusan a Venezuela de dictadura y de rrrrégimen, incluso algunos venezolanos, ¿qué le parece?

-Y que piden sanciones y bloqueo. Aunque el lema es antiguo, siempre decimos: no somos amenaza, somos esperanza. Somos la mayor esperanza de esos niños y niñas que vienen aquí, la mayoría de ellos operados antes de que cumplan los cuatro años y que tienen por delante una vida de salud, de felicidad, de aporte a la sociedad, al colectivo, de vivir bien, una vez que son operados.

-¿Cuál era el cuadro o la realidad en esta campo antes de que Chávez llegara al poder?

-En 1998 en Venezuela se operaron 141 niños, sumando público y privado, en todo el país. Eso eran en su mayoría por procedimientos por hemodinamia, eran muy pocas las cirugía. Funcionaba bajo el mecanismo de obtener dinero. La persona tenía que empezar a pedir por aquí, por allá, en instituciones y particulares para poder comprar los materiales y poder ser operado. Este año nosotros llevamos el doble de aquella cantidad y el año no ha terminado, y en medio de las mayores adversidad y complicaciones generadas por la pandemia y el bloqueo.

-Si colocamos 141 niños y niñas intervenidas y le sumamos 40 años de la Cuarta República, ¿cuántos se quedaron por fuera?

-Saquemos la cuenta: si nosotros en estos 16 años hemos hecho 12.450 intervenciones, si multiplicamos por tres estaríamos un poco más de 30.000 intervenciones en esos 40 años. Si para la Cuarta República utilizamos 200 intervenciones por año, redondeando la cifra del 98, en 40 años tendríamos 8.000, ¿verdad? Serian 8.000 contra más de 36.000. Es decir, más de 23.000 niños no habrían tenido la oportunidad de sobrevivir. Más alegría nos da, lo que hemos podido hacer. Estos 12.400 son una cantidad que no cabrían con sus madres en el estadio Universitario, que tiene 20.000 puestos. Entonces, sería el estadio universitario con un niño y una mamá y cuatro mil afuera esperando para entrar. Esos son los que han sido operados en el Cardiológico Infantil, además con 90 por ciento de resultados muy exitosos comparables a los mejores centros del mundo. Todo eso con las enormes dificultades por los insumos y también con la migración de personal altamente calificado que se ha ido al exterior, en busca de oportunidades que son más fantasía que verdades oportunidades.

-¿Esa realidad de la Cuarta República fue lo que indujo a Chávez a crear este centro?

-Cuando Chávez hizo una de sus primeras visitas al hospital J.M. de los Ríos, en Caracas, junto al doctor Gilberto Rodríguez Ochoa, quien fue su primer ministro de Salud, se encontró con esa realidad creada en la Cuarta República. Se encontró con niños diagnosticados con cardiopatías congénitas a la espera de una cirugía que nunca llegaba. Desde ahí tomó la decisión de buscar una ruta de solución al problema, que comenzó con el fortalecimiento de los centros cardiovasculares infantiles regionales y los hospitales donde se hacían cirugías, pero además crear un hospital como este, donde se le diera una respuesta a un número mayor de pacientes. La cirugía cardiaca pediátrica es muy compleja, requiere no solo los insumos, sino un grupo médico capaz de responder a las necesidades de cuidados intensivos, de donde salen los pacientes operados, bancos de sangre, y todos los cuidados posoperatorios. Todo eso es sumamente difícil y cuesta arriba. Por eso se planteó la construcción de este hospital.

Premiados

Iturria habla ahora del plan vacacional con niños operados en años anteriores, totalmente gratuito. Esta actividad había sido suspendida por la pandemia. Los niños asistieron a la Feria del Libro de Caracas, han realizado actividades deportivas. También se refiere al premio obtenido por la emisora radial del Cardiológico.

“Este año la emisora del Cardiológico Infantil 89.3 FM obtuvo una mención honorífica del Premio Nacional de Periodismo en el área comunitaria y alternativa por un programa muy especial para nosotros como fue El Rincón de Aquiles. Se hizo una versión para radio de la página de Aquiles que se publica en Ciudad Caracas. En ese programa, niños operados en el hospital, hospitalizados, junto con niños y niñas de trabajadores del hospital, hicieron la narración y lectura de esta página del Rincón de Aquiles. Fue una serie de programas muy hermosos. Los enviamos al jurado. Tuvimos la dicha de recibir ese premio. Este año los niños también hacen Radiovacaciones con actividades en la radio.

-¿Recuerda de que sitios remotos de Venezuela han venido pacientes?

-De todas partes. Hemos tenido pacientes pemones que han tenido que venir con traductor porque no hablan castellano. Vienen de sitios donde para llegar pasan por una carretera de tierra, navegando 12 o 14 horas en curiaras. Han llegado y han podido ser operados. Eso es una alegría especial, saber que de todos los rincones del país pueden llegar pacientes y que puedan tener una atención de primera calidad.

TyF/ Manuel Abrizo