El kiosco de Earle: Ahora es filósofo

Después del extraño chapuzón, el autoproclamado se sintió
arrebatado por la luna de Margarita y discurrió:
“Hemos intentado todo y lo sentimos así, lo sé: hemos marchado,
hemos hecho huelgas de hambre…
Yo no les pido confianza en mí, yo les pido confianza en ustedes mismos”.
La isla lo escuchaba estupefacta. Desde que Rosales les explicó por qué eran una isla,
no habían oído algo tan profundo: el autoproclamado pedía a los ñeros
que confiaran en los ñeros. La pescadera Petra Marcó refunfuñó: ¡Hijo er diablo…
los únicos margariteños en que confiamos los margariteños murieron en Matasiete!
Invéntate otra, anda.

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Caracas