El Kiosco de Earle: Altar de la OEA

Los cipayos acuden a su sede, en Washington, como los fieles a su lugar de peregrinación.

Al igual que estos, deben ofrecer sacrificios humanos a su dios, el imperio, con Luis Almagro como sumo y sumiso sacerdote.

En el caso de Venezuela, este exige más muertes con voracidad insaciable.

Para reunir a todos los “perritos” en la alfombrita y pronunciarse contra la Patria de Bolívar, el dios reclama chicos adolescentes.

La derecha se los lleva al altar del sacrifico y la muerte.

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