El kiosco de Earle: ¡Caracas, mi amor!

Ayer fui manejando al centro.
Doy con una tranca en San Francisco.
Un zagaletón sin tapabocas deja a una señora con la boca abierta
al arrebatarle el bolso frente a un PNB arrobado con su celular. La cola arrecia.
Un motorizado le mete tremendo rayón al carro de una mujer y sigue.
La jeva sale, saca el hierro y dispara dos pepazos.
El autobusete azul vomita un humo picoso y unánime.
Un nostálgico tufo a smog nos acaricia.
¡Dios, Caracas está viva!
Una choferesa le saca la madre a la peatona del suéter verde.
Un bus escolar se traga la luz sin educación.
La ciudad está divinamente poluta y excitantemente violenta,
cuando una agente se acerca y me ordena usar la mascarilla.
Por unos minutos creí que la pandemia se había ido al carrizo y al mismo lugar mandé el tapabocas.
La luz se pone verde cuando más disfrutaba la exquisita ansiedad de la caraqueñidad de otros tiempos.
¡Devuélvanme mi estrés!

earlejh@hotmail.com
Caracas