El kiosco de Earle: Coronamor

El CO2 retrocedió en aquel planeta en cuarentena, las miradas también.
Los animales regresaron a su hábitat ancestral, convertido este en megalópolis, complejos
industriales y arsenales atómicos.
Los pudibundos osos pandas, con décadas de abstinencia amorosa, superaron todo rubor
al sentirse libres de miradas mórbidas.  No son los únicos.
También el humano se oculta para amarse.
Los pandas entraron en un celo planetario y la íngrima muralla china oyó sus gemidos germinales.
Cuando el Covid-19 concluya su letal visita, por el bosque asomarán su primer asombro los oseznos.
Después empezarán a emerger las crías de otras especies.
Será una fiesta de la vida.
Hasta la tataranieta de la vaca mariposa tendrá un terné.

earlejh@hotmail.com
Caracas