El kiosco de Earle: Cuento portu

Carlos Nulo –o Nuno- de niño soñaba con ser guardaespaldas.
Era un sueño específico, pues por lo general, los infantes  que desean ser policía, no exigen tipo y cargo.
El garoto Carlitos era tajante: ¡Guar-da-es-pal-das!
La providencia no lo complació y terminó de embajador en Venezuela.
Rebelado contra su propio destino, se va a Maiquetía cada vez que el autoproclamado se escabulle
o regresa a Venezuela y se siente feliz haciendo de espaldero interino ad hoc (ni tanto).
Ayer leyó la carta que le dejaron sus paisanos comerciantes de los barrios de Caracas.
La gente les protesta a ellos las intromisiones del gobierno portugués. Uno que firmó Joao,
le aconsejó: “Controla tus sueños de leche, Carlos Nulo, ya no eres un húmedo menino”.

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Caracas