Mientras amenazaba a Venezuela con la opción militar, Trump envió a su vicepresidente a recorrer la alfombra donde están los perritos que laten en América Latina. Jura que la región pasó de “patio trasero” a “perrera imperial”, según la rastrera imagen canina del Presidente de Perú.
A los cachorros se les permite oponerse de boca a la intervención, pero se amarra su compromiso de apoyar en la práctica lo que decida el imperio. Gruñan, concedió Trump, pero a mi señal, muevan la colita.