Las redes colectivizan el odio individual y masifican el rencor personal.
Desde el golpe de 2002 y las guarimbas de 2014 y 2017, la derecha promete a sus bases no regresar a sus casas hasta alcanzar la libertad (¡mira tú!).
Pero sí retornan, “sin lograr el objetivo”.
Por eso la farándula, al mirar la ciudad, maldice por las redes al ver a madres y niños yendo al colegio y a la gente ir a su trabajo, es decir, batallando por hacer, pese a los violentos, una “vida normal”.