El kiosco de Earle: “¡No me importa!”

Después de hacer correr al guarimbero que le abolló el carro en Los Naranjos,
la indignada opositora se abrió el pantalón y le mostró la cicatriz de su operación a la vecina apostada en la barricada.
Esta, con todo el desprecio de la clase media que se sueña oligarca, respondió indolente: “¡No me importa!”.
Esta frase es común en todos los trancazos cuando se ruega paso para un niño asmático,
un anciano infartado o cualquier enfermo que requiera atención médica: “¡No me importa!”.