La derecha pone la renuncia de Kuczynski como ejemplo de gallardía democrática. En su caso es lo contrario. No se trata de sacrifico ni desprendimiento, como en el poema de Andrés Eloy. Es una treta para evadir la justicia y la cárcel por el delito de corrupción y, aun peor, para salvaguardar los fondos recibidos por los sobornos de Odebrecht. Los perritos descritos por el mismo Kuczynsky no solo mueven la cola, sino que, frente a la justicia, la ocultan entre las patas.