Es “una maestra o un maestro de los de antes”,
se dice cuando se quiere descalificar a un docente
y lo que se logra es exaltar su figura.
Temístocles Salazar, constituyente de 1999 y 2017,
pertenecía a esa estirpe de pedagogos.
Sacudido por su partida, me llama Gustavo Pereira y, como un homenaje de dos amigos,
recordábamos sus enseñanzas.
Entre sus tantos estudios, hizo un doctorado en historia y tomó como tema
el proceso impulsado por Hugo Chávez.
Su tutor, un catedrático ucevista, al leer la tesis se la devolvió y le dijo: “búscate otro tutor,
no estoy de acuerdo con lo que dices allí”. El fanatismo antichavista
penetraba la academia.
Temístocles aprobó su posgrado y recordaba el incidente con una sonrisa.
Esa dulce sonrisa de los sabios y de los auténticos humanistas.
Maestro. Amigo.
El kiosco de Earle: Temístocles sin tutora
