El licenciado supuesto presunto

Por: Jesús Sotillo Bolívar*

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Les presento al licenciado Supuesto Presunto, graduado en la Universidad de la Confusión, en cuyas aulas puso muy poca atención a sus profesores, se enteró en los pasillos que existía un código de ética para periodistas, y a las clases de castellano y gramática no asistía porque lo aburrían. En la la práctica cada vez que escribe bien por ignorancia otras tantas por mala intención, conjuga verbos, combina palabras, utiliza neologismos fuera de todo contexto, interpreta a su manera los hechos, de tal manera que el resultado de tal alquimia, con respeto a los alquimistas, constituye lo que llamamos en criollo un verdadero arroz con mango.

El tópico de los derechos humanos, como eje transversal, ha tocado de alguna manera todas las disciplinas del quehacer humano, a veces, sin que los mismos actores sepan, que la conducta que asumen, las palabras que utilizan obedece a la influencia de esta materia en todas las actividades que hoy realizamos y, particularmente, en el periodismo.

La presunción de inocencia, garantía hoy indispensable para transparencia de un juicio, donde la libertad del hombre esté en riesgo, ha sido consagrada por los instrumentos de derechos humanos, desde la configuración jurídica de los mismo. La primera referencia, universal, es la declaración de los derechos humanos, en síntesis, significa “todo acusado de delito se presume inocente hasta que se establezca legalmente su culpabilidad”.

Este principio garantista ha sido extrapolado al ejercicio del periodismo, donde indistintamente y casi como sinónimo se utilizan las palabras supuesto y presunto, para no afectar a las personas sobre las cuales pesa una investigación y tratar que no sean estigmatizadas, por la fuerza de la comunicación, hasta que no haya con seguridad resultados de la investigación.

Hemos observado, que esta preocupación se ha traslado en el periodismo, también a los hechos y a hechos que son notorios se les coloca también el antecedente de presunto o supuesto.

En la utilización de los mismos, podemos apreciar permanentemente en los medios de comunicación, televisión, impresos o radiales, el manejo distorsionado por decir aberrante de esos términos.

Es allí precisamente, donde el licenciado Supuesto Presunto, juega su papel, como lo dije anteriormente por ignorancia o por aviesa intención.

Puede usted leer, por ejemplo, una nota de prensa, con foto agregada, y al pie de la foto, la leyenda “Como pueden ver, el presunto cadáver”, pero la realidad es que el de cujus, está bien muerto. Sin embargo, para el licenciado Supuesto Presunto, es un presunto o supuesto muerto.

Cuando se detiene en flagrancia, a unos sujetos, que han intentado o cometido un delito, aparece igualmente, el licenciado supuesto presunto, a calificar delito, como presunto delito o como supuesto delito y a las personas detenidas, como se dice en criollo, con las manos en la masa, como presuntos responsables.

El licenciado supuesto presunto, hizo su aparición, no creo que por ignorancia o error sino por mera mala intención, el intento de magnicidio frustrado contra el Presidente y directivos a todo nivel del Estado venezolano.

Un hecho notorio de esta magnitud, documentado suficientemente, transmitido en vivo, confesos algunos de sus participantes, con gran parte de la pruebas en manos de las autoridades (drones, explosivos, localizaciones, modus operandi etcétera). Es para el licenciado Supuesto Presunto, un supuesto hecho y los que han confesado, organizado o han actuado como cómplices, notoriamente identificados, son presuntos o supuestos autores del supuesto o presunto hecho. Allí es donde el arroz con mango o mejor dicho el trabalenguas, tiene sabor, porque lo que se busca en la práctica es minimizar los hechos, banalizarlos, quitarles la carga delictiva, para confundir nacional e internacionalmente a la opinión pública. Allí es donde el licenciado supuesto presunto, tiene lo que se llama en derecho animus dominis, para desinformar y confundir.

Profesor UCV
jesussotillo45@gmail.com
F/ Cortesía