El Nazareno de Achaguas metió su mano en la Batalla de Carabobo

El Catire” Páez se encomendó a esta deidad antes de emprender el combate definitivo

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Sea cual sea la religión, existe una fe que insufla, con o sin razón, cualquier hecho por más sencillo que sea, siempre y cuando tenga un soporte que le de ese toque que perdure por los siglos de los siglos. Un ejemplo es el apureño Nazareno de Achaguas.

Técnicamente es una talla religiosa que se encuentra en la iglesia del pueblo de Achaguas, estado Apure. La figura representa a Jesús de Nazaret en su travesía para ser crucificado. En casi dos siglos, se le han acreditado numerosos milagros, lo que ha convertido a la ciudad de Achaguas en uno de los destinos de peregrinación más importantes de los llanos occidentales.

La historia de este nazareno está íntimamente ligada a la última etapa de la guerra de independencia, pero especialmente con la figura del general José Antonio Páez. Hacia el final de la conflagración, El Catire”, como comandante del ejército de Apure, tenía la misión de dirigirlo hasta San Carlos, como parte del plan de operaciones dictado por el Libertador Simón Bolívar.

Según se relata, antes de partir con su ejército, el cual tenía como cuartel general la ciudad de Achaguas, Páez se dedicó el 10 de marzo a orar en la iglesia de la ciudad y prometió una imagen de Jesús Nazareno si lograba la victoria en el campo de batalla. Partió ese mismo día junto con dos mil quinientos hombres.

El ejército de Apure, más los de occidente y Barinas se unieron y el 24 de junio de 1821 obtuvieron una victoria aplastante en la sabana de Carabobo en la que Páez jugó un papel crucial.

Esta batalla fue clave en la victoria independentista, pero la guerra sin embargo prosigu un par de años más, por lo que Páez se mantuvo ocupado en cargos militares y políticos. Sin embargo, cumplió su promesa y en 1833 le encargó al tallista español Merced Rada la imagen, que fue entregada a la iglesia en 1835.

La figura tiene 1,80 metros de altura y la cruz que sostiene el Nazareno mide 2,70 metros de largo y 1,40 metros el palo menor y siete centímetros de grosor. Todos los miércoles santos los devotos se congregan en la iglesia de Achaguas para pedir favores y pagar promesas. La figura del Nazareno es sacada de la iglesia a las cinco de la tarde y llevada por los creyentes en procesión hasta la medianoche.

Este Cristo está acompañado por Simón de Cirene o “El Cirineo”, que fue, según algunos evangelios, la persona que ayuda a Jesús a cargar la cruz hasta el Gólgota, donde luego lo crucificarían. Se dice que «venía del campo», según el Evangelio de Marcos.

El Nazareno de Achaguas, según Páez señaló en sus memorias, fue producto de una revelación que tuvo sobre una victoria inminente, una voz que escuchó sobre exitosas campañas guerreras, profecía que se cumplió… Y él cumplió su promesa al traer la talla.

El antropólogo Maury Abraham Márquez González en su libro La devoción al Nazareno de Achaguas, recalca que no solo es una imagen que forma parte del patrimonio cultural y de la imagineria religiosa, sino que es además una manifestación de la religiosidad popular, que es un patrimonio inmaterial de carácter devocional de los llanos venezolanos, “pues es una expresión religiosa popular de gran contenido simbólico, emotivo, tradicional e imaginario”.

Para el referido investigador constituye una de las festividades religiosas más trascendentes de los llanos venezolanos, que junto a la devoción a la Virgen del Carmen, el culto a las ánimas milagrosas y los santos y santas patronas de las localidades, “conforman un crisol de representaciones simbólicas, alicientes en la vida del llanero”.

T/ Eduardo Chapellín
F/ Archivo CO – Caracas