El patriarcado posibilita que hombres maten a las mujeres «porque pueden»

Salir del esquema estereotipado de la telenovela, el cual reforzaba la idea que la mujer que muere a manos de su pareja, seguro se lo “buscó ”, es un esfuerzo cotidiano de colectivos feministas, que cada día debaten y profundizan su quehacer político en despatriarcalizar la sociedad venezolana, porque no basta con que se tenga una Ley Orgánica sobre el Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, plantea la abogada Carolina Santiago, vocera del colectivo RIAS.

Aunque en Venezuela “hay que reconocer que hubo y hay un proceso revolucionario que permitió avances legislativos, las leyes no generan, necesariamente, cambios estructurales en las dinámicas sociales”, aclaró.

“Una ley no va a derrumbar el patriarcado. Estamos muy conscientes que ese entramado jurídico no es suficiente. El feminicidio existe porque los hombres matan a las mujeres porque pueden”.

Santiago explicó que hay un contexto posibilitador que es el sistema patriarcal y cultural, que le dice al hombre que tiene el poder sobre los cuerpos de las mujeres, de decidir, de violentar, y también de hacerlo perecer cuando le plazca. “Es un sistema que comienza a tener frenos con herramientas legislativas pero también con el empoderamiento de las mujeres, con una serie de paredes que vamos poniendo contra la violencia”.

“El caso de Mayell nos conmovió a todas. En la universidad (Unearte) estuve en un grupo de contención emocional que se les dio a las muchachas que eran sus compañeras de estudio. Ellas están muy movidas emocionalmente, no saben cómo reaccionar, y lo toman como personal. Se preguntan el porqué su amiga y compañera murió. Pero hay que dar un paso más allá, hay que salir de la conmoción emocional y avanzar a un accionar colectivo. En América Latina y en el mundo, nos violentan porque pueden”, relató Mariana Maneiro, también vocera del colectivo RIAS.

Por ello, “es fundamental, en el proceso revolucionario, que el feminismo sea transversal. No solo se trata de respetar una ley porque es una ley orgánica, y tampoco es un asunto solo del Ministerio de la Mujer ni de las organizaciones de mujeres. Para construir una sociedad más justa hay que identificar entre todos cuáles son las relaciones de poder que se expresan en la sociedad, y por qué se reproducen”.

“Los hombres tienen muchos privilegios (en el marco del patriarcado), y tienden a ser educados socialmente, con la posibilidad de ejercer cualquier tipo de violencia sobre nosotras, las mujeres”, agregó Santiago.

Feminismo transversal a la Revolución

Como ejemplo de lo necesario de la transversalidad, señalaron que a pesar que los tribunales de Violencia Contra la Mujer funcionan mejor que un tribunal ordinario, también existe retardo procesal, sobre todo en los órganos receptores de denuncia.

Es común que funcionarios del CICPC (Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas), por la misma cultura machista, sexista y patriarcal, en la que han sido educados socialmente, digan cosas como “a ti te encanta que te golpeen”, si la mujer regresa a denunciar un nuevo ciclo de violencia en su hogar.

“Las mujeres podemos llegar a estar muy solas en el momento en que vamos a denunciar, y en ese contexto estamos confundidas, tenemos mucho miedo y estamos siendo violentadas nuevamente. Una vez hecha la denuncia, independientemente que los órganos del Estado actúen, hay muchas posibilidades que esa persona que hemos expuesto públicamente, quiera hacernos daño”, advirtió Santiago.

Justamente por ese posible «daño» que quiera realizar el denunciado, son necesarias redes de apoyo “en las comunidades, en los consejos comunales, en las comunas, con las amigas, primas, hermanas, a las que uno les dice que va a ir a denunciar. Debe haber toda una red de apoyo a la mujer que está siendo violentada. No es suficiente decir, ‘ve a la policía que te quede más cercana y denuncia para que tu marido te deje de caer a golpes’”.

Informó que existe una política en Venezuela, “desde hace tiempo, y creo que todavía se mantiene y es el de las defensoras comunales, que es muy importante apoyar, e institutos, en el marco de la revolución, como el Instituto de la Mujer que tienen defensoras que acompañan, y me consta, que son grandes aliadas en el momento en que una mujer pone la denuncia”.

Pero aparte de fortalecer los procesos de denuncia y acompañamiento, “nosotras nos debemos cuidar entre nosotras. Y eso pasa por problematizar (discutir) esto a toda escala, y en los espacios cotidianos de nuestras vidas, porque la primera persona a la que uno acude, al vivir una situación de violencia, es a la amiga, a la hermana, y tenemos que cuidarnos entre nosotras, para enfrentar esto acompañadas”.

“Yo no iría a poner una denuncia sola -confiesa Santiago- y soy feminista y abogada. Necesitas una compañera ahí. Así sepas y estés consciente de los mecanismos del patriarcado, necesitas apoyo. No me gustaría hacerlo sola (…) es un acto difícil, de mucha valentía. Es mejor que nos acompañemos, a un acto de valentía solitaria”, en la que nos exponemos a un mayor maltrato por insensibilidad de los órganos receptores de denuncias, recomendó.

Estadísticas necesarias

Como Colectivo RIAS, exigen al Estado la aplicación de la Ley Orgánica sobre el Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, el cese de trabas y del engavetamiento de expedientes en los tribunales. Además de una nueva campaña de sensibilización, sobre todo a los órganos receptores de denuncias, y el acceso o la publicación de las estadísticas de los hechos de violencia contra las mujeres, que se pueden obtener de los tribunales de violencia contra las Mujeres. “Es un tema de voluntad del Estado sistematizar la información. Los números son necesarios para conocer la gravedad de la situación y definir políticas públicas”, expresó la abogada.

Para aquellos que consideran que la violencia machista es algo «normal» o un problema privado (de pareja), “al conocer las cifras alarmantes a escala mundial de la violencia contra las mujeres, podemos decir que este no es un tema privado ni ‘normal”.

“Esa violencia machista no la generan enfermos mentales sino hijos sanos del patriarcado, porque han tenido todo un contexto posibilitador, un contexto educativo que no fue en su casa, sino social”, indicó Santiago.

A su vez, señalaron que como revolucionarias, creen que hay que despatriarcalizar la revolución. “El partido, los movimientos sociales, las comunas, deben estar hablando de estos temas, debe hacerse conciencia que es un problema social, comunitario y político. También hay que hablar de este tema porque son necesarias respuestas rápidas del Estado y sociales, y estas se van a dar en la medida en que la gente lo hable y no lo invisibilice. Se trata de salvar una vida y eso significa que se involucre la comunidad ante hechos de violencia contra la mujer”.

La comuna no puede ser patriarcal

Advirtieron que no se puede construir una sociedad donde hables de cómo relacionarte con los medios de producción, y cómo hacer política en comunidad si no tocas los temas raciales y de género, “porque si se siguen reproduciendo esas relaciones desiguales de poder, no vamos a tener un proceso social distinto”.

Varias organizaciones de base han invitado a RIAS para hablar de temas de género y de feminismo. “Hay un interés mayor de unos tres años para acá, en espacios de participación popular de poner la lupa en los temas de género”, indicó Maneiro.

“En los colectivos en los que hacemos vida transversalmente, en El Maizal o en el Movimiento de Pobladores, hemos sentido últimamente, de parte de ellos, un interés por explorar temas de género. Han pedido que participemos, que brindemos líneas para el debate y quieren que estemos presentes”, detalló.

Una de las razones por lo cual expresan interés en el tema, es porque las dinámicas participativas y protagónicas generan nuevas tensiones, ya que confrontan el sistema del patriarcado. “Son escenarios permanentes de disputa. Una esta acostumbrada a pelear con la derecha, pero no con el compañero, que se puede sentir amenazado porque no está teniendo el mismo liderazgo que tú en la comunidad”, dijo Santiago.

“La comuna no puede ser patriarcal”, apuntó.

Maneiro -refiriéndose nuevamente al feminicidio de Mayell- señaló que ella era, “del Campamento de Pioneros, que es una de las cinco organizaciones que componen el Movimiento de Pobladores, y había asistido con el que era su pareja a una reunión el viernes 31 de agosto -tres días antes de su asesinato-, por el tema de la vivienda (…) su muerte los interpela más, como organización de base, y eso ha incidido en que quieren saber y debatir más el tema de género y del patriarcado”.

“Además, son organizaciones territoriales, que están hablando del hábitat, del vivir bien, del vivir digno, tienen que hablar de esto”, subrayó Santiago, y añadió: “no es lo mismo que tu compañera esté en la casa, mientras haces política, a que tu compañera esté haciendo política contigo en la calle”.

Explicaron que se puede tener en un consejo comunal más mujeres que hombres, pero en la vocería de la comuna al Consejo Federal de Gobierno, llegan hombres. Ahí se puede observar cómo se expresa la relación de poder. “Las comunas, están compuestas por un 60 o 70% de mujeres, pero en el Consejo Federal de Gobierno, los voceros de economía y planificación, es decir, las más importantes vocerías, están en manos de hombres”.

“Y las mujeres se quedaban en la comunidad cuidando las cosas menores, mientras los hombres asumían las grandes vocerías, pero estamos viviendo un cambio de paradigma”, dijo Santiago.

Frases como “ese cuerpo es mío, o esa es mi mujer y tengo el derecho de violentarla, agredirla o hasta matarla, no se ha erradicado del imaginario colectivo. La «idea» que las mujeres somos propiedad de los hombres, al igual que la tierra y los hijos, se llegó a «normalizar», pero justamente estamos construyendo un sistema distinto. Que la tierra es colectiva y que cada uno de nosotros y nosotras somos sujetos”, concluyeron.

T/ Ana Maneiro
F/ María Isabel Batista