Elecciones y estabilidad nacional

WALTER ORTIZ

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Cuando los presidentes Chávez y Maduro reiteradamente convocaron al diálogo, a la interlocución, a la búsqueda de vías para dirimir controversias con la altura política, los asiste la convicción de defensa de la estabilidad de una República Bolivariana de Venezuela asediada apenas mostró intenciones de desarrollar su propio modelo político anclado en sus intereses nacionales, cosa bien difícil en América Latina con hegemón del tamaño, ambición y poder como el gobierno de EE.UU.

El diálogo ha sido, es y será siempre un asunto serio que implica lógicamente tener compromisos con los acuerdos y los consensos. Lo ocurrido en República Dominicana prácticamente ha dejado al país sin oposición, lo cual lejos de ser algo provechoso resulta preocupante. Quienes participaron allí al parecer no han caído en cuenta de las nefastas consecuencias políticas de esta acción, que incluye el repudio de millones de ciudadanos que entregaron su confianza a un acuerdo por la paz de Venezuela, al final suscrito por una de las partes.

En el marco de todo esto, con una situación de muchas dificultades para nuestro pueblo en casi todos los órdenes (dada la guerra total contra Venezuela sumada a la indolencia e ineficiencia aun existentes en las estructuras intermedias de gobierno lo cual nos ha golpeado históricamente tanto como nuestro anclaje a la renta petrolera); donde solo observamos los esfuerzos paliativos del Gobierno Bolivariano bajo el liderazgo de Nicolás Maduro; y sin oposición con la cual seriamente conversar dado el desastre interno en la cual esta se encuentra; parece lo más lógico y sensato que el sistema político dote al pueblo de las decisiones trascendentales del porvenir.

Destrabar el juego y fomentar la paz y estabilidad pasa por lo electoral, sin dudar, cubriendo elementos técnicos necesarios y profundizando garantías para que nadie tenga excusa de volver a esquemas alternativos de llegada al poder que han costado sangre a los venezolanos y alteración de la Paz.

En tal sentido, la posibilidad real de realizar elecciones para Presidente de la República, sumando sucesivamente o en un solo evento electoral las elecciones de la Asamblea Nacional, Consejos Legislativos Regionales y Concejos Municipales más que ser parte de un debate meramente jurídico – constitucional pasa también por un asunto político.

Nuestro país sufre un asedio y constantes agresiones hasta el punto de amenazas de intervención militar y el desarrollo de un bloqueo económico ilegal e inmoral que tiene como consecuencia concreta afectar al pueblo todo de Venezuela, como sucede en este tipo de acciones. En ese escenario un sistema político que se propone cimentarse debe dar al pueblo la opción de decidir el asunto central: como sostener la estabilidad nacional para avanzar en la resolución de los problemas concretos de cada venezolano y venezolana.

El escenario electoral es esencial en estos momentos para abrir con el pueblo y su voz sagrada las puertas de un futuro promisorio, colocando obstáculos reales a las pretendidas amenazas que pronto podrían dejar de serlo. La oposición debe encarar este aspecto seriamente, al menos la que no está fanatizada buscando soluciones entreguistas y reiteradamente rechazadas por el pueblo venezolano; de lo contrario no solo seguirá borrada por su incapacidad política, sino además contra la pared teniendo que ofrecer una alternativa a lo electoral que no es ni pacífica ni estable para nadie, ni para chavistas ni para opositores. Son momentos de historia y cada quien tendrá que tomar sus decisiones y opciones, la paz, el futuro y el país no tienen medias tintas.