Hablando se entiende Caracas reunió a ponentes del mundo de las artes|La élite buscó “perpetuarse” a través del imaginario nacional

“Las representaciones que se observan en el desarrollo artístico de Venezuela no van unidas a una forma de expresión colectiva, sino que son los proyectos particulares de los grupos hegemónicos, indiferentemente de cómo se hayan denominado a lo largo del tiempo”, afirmó el historiador y director de la Galería de Arte Nacional (GAN), Edwin Chacón, durante el foro Hablando se entiende Caracas: La Construcción del Imaginario Nacional.

Chacón centró su ponencia en el imaginario visto a través del arte, pero también construido a través del hecho histórico. Explicó que al remontarse en la línea del tiempo, desde los pueblos originarios hasta el 2014, se puede observar cómo ese imaginario ha ido cambiando no solo en función de un desarrollo de la historia, sino también producto de las circunstancias que le ha tocado vivir a un grupo.

En este sentido, aseguró que a lo largo de la historia, la élite buscó perpetuarse, y que debido a ello, en “el tema de los imaginarios” se refleja más “el grupo de poder de turno y con el movimiento económico”. “No hay representaciones colectivas, los mismos artistas representan a un sector de la élite, con salvadas diferencias”.

El historiador comentó que la construcción de las colecciones públicas en Venezuela fueron hechas desde el poder político y ello se puede observar cuando en el año 1939 se crea el Salón Oficial de Arte Venezolano: “Ya el concepto de oficial le da una intencionalidad al momento de presentar el trabajo. Lo que la élite quería ver era lo que se premiaba”.

LA IMAGEN DE LA DOMINACIÓN

Desde que los conquistadores se instalaron en este territorio, señaló Chacón, tuvieron que buscar un mecanismo para poder imponer su proyecto. Fue entonces cuando las imágenes religiosas comenzaron a ser usadas para la dominación.

Estas representaciones no solo imponen una postura ideológica, sino que además son la vía de penetración para poder obligar a los colectivos a responder por el proyecto que tenían primero los habsburgos y luego los borbones, explicó Chacón. Al respecto, consideró que “no podemos seguir siendo tan ingenuos cuando estudiamos a los artistas viajeros con una visión altruista, porque ellos son enviados por unas coronas para ver qué iban a llevarse”.

Asimismo, enfatizó que no se puede seguir haciendo una lectura tradicional del imaginario si no se entiende el trasfondo social y político de estos proyectos.

¿QUÉ CONSERVAMOS EN LOS MUSEOS?

“Conservamos el arte de la élite y el poder”, sostuvo Chacón y comentó que esto no solo sucede en las artes plásticas, sino también en la arquitectura: “Conservamos la materialidad de una clase social bien definida. Aquí no vemos casas de bahareque con pisos de tierra”.

Explicó que esto está relacionado con la idea de representar una Caracas que, a su juicio, no existió: “Eso está en el imaginario de un sector político del país que quiso hacer ver a Caracas como una ciudad importante durante este periodo (siglo XIX)”.

EL PROYECTO POLÍTICO DEL SIGLO XIX

Chacón señaló que si se observa todo el imaginario artístico de Michelena, Martín Tovar y Tovar, Cristóbal Rojas y Antonio Herrera Toro, “vemos que su trabajo responde al único punto en común que tenía esto que hoy se llama Venezuela: la Independencia”.

En el proyecto político del siglo XIX, representado en el arte, se encuentran situaciones que resaltan el hecho independentista. Sin embargo, explica Chacón, eso solo existe en el imaginario, porque aunque efectivamente hubo unas batallas que condujeron a la liberación política, la estructura dominante permaneció.

“El idioma es el del dominador, la religión judeocristiana también, es decir, existe una serie de patrones que hacen decir que hay una independencia política, pero se mantiene la misma estructura de dominación cultural e ideológica”, expuso el historiador.

Esto continuó viéndose a través del arte. Chacón indica que si se observan las escenas de los artistas más emblemáticos del siglo XIX, lo que van a reproducir es el esquema político del gobierno de turno.

Asimismo, sostiene que “si seguimos viendo esa construcción de los imaginarios, vamos a encontrarnos a artistas tratando de plasmar una realidad social ajena a la que se vivía en estos territorios, porque vemos todo el aparato ideológico que no captaba la verdadera miseria y el problema que atravesaba el campo venezolano producto de la explotación petrolera”.

LA CREACIÓN DE ESTEREOTIPOS

El profesor y artista plástico Juan Carlos Rodríguez, otro de los ponentes del foro, señaló que una de las temáticas vinculadas al imaginario nacional, es la creación del estereotipo. Considera que es ahí donde reside uno de los conflictos más graves, porque “el estereotipo lo que generalmente hace es que congela y facilita un sentido común que aplana la posibilidad de pensarnos, vernos, crearnos, y proyectarnos”.

A su juicio, el año 1948 es uno de los momentos en los que aparece un intento más de “vernos, rehacernos y constituirnos como venezolanos”. Vincula ese hito a al escritor Juan Liscano con Danzas Venezuela: “Él generó un espectáculo donde colocó en escenario una cantidad de tradiciones que empezaron a llamarse folclore”.

Sin embargo, señaló Rodríguez, en ese mismo momento “se hace un acto de congelamiento de una idea de cultura”, para tratar de crear y recrear una noción de lo que es ser venezolana o venezolano. “Esas luchas venían dándose desde hace tiempo en las pugnas políticas. Por ejemplo, Gallegos había creado Doña Bárbara y Marco Pérez Jiménez había publicado un encargo llamado La Catira, que era la competencia de la idea de la venezolanidad”, señaló.

LA LLEGADA DE CHÁVEZ

El segundo momento para repensar esa identidad, Rodríguez lo vincula con la llegada del presidente Hugo Chávez al poder: “Eso había generado un vuelco y una necesidad de repensarnos; pero pareciera que todavía carecemos de las herramientas para hacerlo desde una nueva realidad”.

Para Rodríguez, durante los últimos 14 años “hemos estado metidos en una diatriba y no terminamos de asimilar un tiempo que nos exige un pensamiento y una reflexión; pero aún estamos apegados a esas ficciones de modernidad con la cual pretendemos tener pasaporte a países llamados de primer mundo”.

Asimismo, se enfatizan estereotipos vinculados a la llamada cultura popular y “con ello lo que hacemos es reforzar la misma idea y la misma cultura dominante. Por eso creo que estamos metidos en tremendo reto”, expresó Rodríguez.

NO CAER EN “ACHATAMIENTOS NACIONALISTAS”

La declaración del joropo como Patrimonio Nacional pudiera tener la importancia si eso realmente significa que “vamos a pensarlo, investigarlo, cuestionarlo y cultivarlo”, señaló el profesor Juan Carlos Rodríguez. Enfatizó que el interés por la reflexión sobre el joropo es lo que debe guiar esta declaración y no el caer en “achatamientos nacionalistas”.

Rodríguez comentó que la declaración del joropo en sí encierra una contradicción, porque que según muchos investigadores esas manifestaciones aparecen a mitad de siglo XVIII, es decir, mucho antes de la división de la frontera entre Colombia y Venezuela: “Por eso ahora los colombianos andan corriendo para la Unesco porque ellos quieren declarar el joropo como patrimonio universal”.

T/ Jeylú Pereda
F/ Ángel Dejesús