En el Correo del Orinoco

Puede uno abrir las ventanas, aun en estos tiempos de lluvias, para echar a volar la memoria hasta aquel año en el cual, para privilegio nuestro, nos tocó integrar el Equipo Fundador de esta segunda etapa del Correo del Orinoco.

Apenas meses atrás, habíamos entregado el cargo como Secretario de Deportes de la Alcaldía Metropolitana y no estaba entre nuestras intenciones retornar al diarismo, pero el “atento camarada” -como suele él saludar- Iván Padilla Bravo, de manera mucho más afable que El Padrino del escritor Mario Puzo, magistralmente llevado a la pantalla grande por Francis Ford Coppola, nos hizo una oferta que no podíamos rechazar: acompañar a quienes por instrucciones del comandante y presidente Hugo Chávez Frías, se encargarían de darle nueva vida a esta creación de nuestro padre, El Libertador Simón Bolívar.

No hicieron falta amenazas violentas a la usanza del patriarca mafioso de la mencionada novela, la oferta era demasiado tentadora como para rechazarla y fue así como nos tocó integrar desde la Coordinación de la Sección de Deportes, aquel grupo de soñadores cuya misión era hacer buen periodismo en defensa de la Patria y la Revolución Bolivariana, que vienen siendo lo mismo.

Aunque diversas circunstancias nos llevaron a emprender otros derroteros meses después, en esa Redacción ubicada en los alrededores de la Plaza La Candelaria –donde aún permanece- se mantuvo una parte de nuestro corazón periodístico.

De la mano de nuestras fraternas Eloísa Lagonell y Desirée Santos Amaral retornamos posteriormente, ahora en plan de opinadores sobre temas de actualidad, en esta Sección de Opinión conducida por otra colega de quien siempre algo aprendemos, la querida Zaidita Rauseo, quien ha permanecido por estos pagos desde el primer día, mientras también colaboramos con trabajos especiales.

Se le pintan a uno las sonrisas y se ensancha de orgullo ese corazón que de esta redacción no se ha alejado nunca –aunque la vida y la Revolución nos hayan asignado otras responsabilidades-, cuando se echa un vistazo y se encuentran los caminos florecidos con el buen periodismo hecho desde el Correo, ese que nos enciende el alma motivándonos a tratar de contribuir con nuestro aporte, con esas muchachas y muchachos que desde las cotidianidades, por encima de las dificultades, han hecho de este diario un puntal fundamental, desde nuestra noble profesión, en la perenne batalla contra las agresiones de los genocidas de Washington y sus mandaderos.

Uno puede imaginarse la sonrisa de nuestro Eterno Comandante al comprobar, desde los paisajes dónde ahora se encuentre, que su iniciativa marcha junto al pueblo en la batalla victoriosa, también desde el periodismo, frente al enemigo imperial.

Y entonces se tiende el abrazo hacia compañeras y compañeros que en el Correo del Orinoco levantan la mirada al Sol para celebrar las espigas de estos luminosos 12 años.

T/ Jimmy López Morillo