En el Mercado de los Corotos tiran la casa por la ventana

Una aguja, un bombillo usado, una olla de la Segunda Guerra Mundial, una llave para apretar tuercas, un par de zapatos, un bluyín, una computadora, herramientas, candelabros, radios, en fin, cualquier aparato, artefacto, utensilio usado o su consabido repuesto, se encuentran arrumados en estantes, amontonados o regados en el piso, guindando o metidos en una gaveta de algunos de los puestos del llamado Mercado de los Corotos o Centro de Economía Popular Cipriano Castro, ubicado en la avenida Baralt, en Quinta Crespo. Por allí venden el libro Cómo discutir con un magallanero y hasta los mayores de sesenta años pueden buscarle solución al padecimiento de la próstata en el cubículo de Javier Samper, quien afirma que el hombre y la mujer, debido a las enfermedades crónicas, están dejando de disfrutar los cuatro placeres del espíritu: ir al baño, hacer el amor, comer y dormir.

Doris Rojas, una lectora del Correo del Orinoco, dice que las ventas, sobre todo en el ramo de las correas, están un poco paralizadas por la situación que vive el país.

Algunos vendedores suelen aplacar al afligido y necesitado comprador con el argumento de que “en una ferretería o tienda está al doble o al triple”.

“Vendemos cosas a precios accesibles para todo el mundo”, señala Alicia Herrera, una de las voceras de los más de 500 vendedores ubicados en los cuatro pisos del mercado.

Héctor Cañas atiende un puesto con ropa y zapatos usados acomodados en el suelo. Sobre los pantalones se encuentra el libro Cómo discutir con un magallanero. “Ese libro para mí es prohibido porque yo soy magallanero. Con él los caraquistas se llenan de ilusión”, dice Cañas, quien señala ser un apasionado del beisbol, hermano de Juan Francisco Monasterios, jugador de los Tiburones de La Guaira por más de 18 años.

Alicia Herrera indica que en ese mercado “se solucionan los problemas de todo el mundo”.

“Mi amor, aquí tú consigues desde una aguja, hasta lo que vengas a buscar. Trabajamos de martes a domingo. Los fines de semana no se puede caminar del gentío. Viene gente del interior y muchos extranjeros. Tengo muchas antigüedades.

Wilmer Villarroel vende equipos de sonido. Algunos se los dejan en consignación con un precio estimado, sin embargo el costo definitivo se alcanza con el comprador entre el puje del regateo y “cuánto es lo mínimo que me lo dejas” .

José Hernández, al lado de un montón de llaves y herramientas, señala que el costo depende del modelo, la medida y el estado de la pieza. “Tenemos precios económicos para gente con necesidad, que no puede comprarlo nuevo porque les sale más caro”, dice.

T/ Manuel Abrizo
F/ Luis Franco