En El Tigre, estado Anzoátegui: “A 60 años de una rebelión estudiantil que nadie conoció”

POR: ROY CHADERTON MATOS*

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Hace 60 años comencé el tercer año de bachillerato en el Liceo “Pedro Briceño Méndez” en El Tigre; ciudad vinculada a la historia petrolera de Venezuela donde mi padre, Roy Chaderton Farrier se contó entre sus fundadores en el año de 1932 junto a otros “musiues” británicos y gringos que trabajaban para la Menegrande Oil Company (¿Halliburton o Schlumberger también?)

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En años muy posteriores del liceo este jovencito conoció al gran amigo de mi padre, el técnico petrolero de Texas llamado Julius MacSpadden, quien compartía cervezas bien frías con los obreros venezolanos en el Bar New York muy cerca de Campo Oficina (favor leer a Miguel Otero Silva y preguntarle a Emeterio Gómez). Eso fue mucho antes de la nacionalización petrolera cuartorrepublicana y de que algunos ingenieros y ejecutivos sifrinos venezolanos de la época comenzarán a marcar distancia de los trabajadores criollos a quienes miraban como gallina que mira sal (hasta que llegó el comandante Hugo Chávez).

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Pero esta no es la historia:

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Ocurrió que en noviembre de 1957 llegaron a El Tigre noticias de Caracas sobre un levantamiento estudiantil que irrumpió en el Aula Magna de la UCV para denunciar a la dictadura perezjimenista ante un Congreso Médico internacional. Conmovidos por esta noticia un grupito de estudiantes decidimos que teníamos que actuar. Éramos muy pocos; recuerdo borrosamente los nombres de mis camaradas candidatos a conspiradores (Efrén Díaz, Francisco Alcalá, “El Flaco” Piñerúa y “Farallón” Fernández). Es todo lo que alcanzo a recordar.

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En esos días estábamos muy descontentos con los maltratos del Director de apellido Gámez, quien nos impuso normas militares y un horrible uniforme grueso de kaki verde claro con zapatos negros y cachucha (cristina).

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Pues bien, no recuerdo de quien fue la idea, quizá de Fuenteovejuna, pero comenzamos a reunirnos clandestinamente en algunas plazas mal iluminadas mientras compartíamos mis cigarrillos Salem mentolados (hace siglos que dejé el cigarrillo). De allí, en breve tiempo, aunque atemorizados por la Seguridad Nacional (SN) vencimos al miedo y terminamos saltando el muro trasero del liceo y pasamos uno por uno en la oscuridad hacia los salones de clases donde pegamos cartulinas y escribimos consignas de protesta.

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A la mañana siguiente cuando llegué a mi salón de clases encontré un gran revuelo y al director Gámez, de cejas pobladas y rostro severo, dando vueltas rabioso de un lado a otro. Yo entré y me senté en la primera fila de pupitres; poco después sufrí un gran susto porque el mismo director Gámez fijando su mirada en mí, denunció que la acción “vandálica” fue cometida por estudiantes recién llegados de Caracas (yo venía de Caracas) pero de seguidas dijo en muy alta voz “¡Usted Chaderton que parece un muchacho serio hágame el favor de borrar los escritos que dejaron sobre el pizarrón!”. ¡Ufff!, respiré hondo como nunca, tomé el borrador en mis manos y borré las imprecaciones.

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Menos de tres meses después cayó Marcos Pérez Jiménez; sin embargo, nosotros orgullosos de nuestra “aventura” no alardeamos de ella. Otros meses más adelante ya de regreso en Caracas junto a mi divorciada madre, Elena Matos Arreaza, en un acto público en el Consejo Técnico de Educación descubrí la presencia del perezjimenista profesor Gámez convertido en un flamante dirigente magisterial de ¡ Acción Democrática!

PS:

Mis expresiones de pesar por la pérdida de mi colega el embajador Rubén Franco, nativo de El Tigre; personaje noble asistente del canciller Simón Alberto Consalvi, quien siempre tuvo una mano tendida para ayudar o apoyar a los funcionarios diplomáticos y administrativos, sin reparar sus vínculos políticos, ante los poderes internos de la Casa Amarilla.

*Socialista Cristiano
rcmatos17@gmail.com
I/ Edgar Vargas
Caracas